Por primera vez en tres décadas, los militares pueden volver a tener los resortes del poder en Brasil. Esta vez por vía electoral, con un clamor por el retorno del “orden” en una democracia erosionada por la corrupción, la crisis económica y la inseguridad.
El favorito del balotaje presidencial del 28 de octubre, Jair Bolsonaro, es un ex capitán del Ejército; su compañero de fórmula, Hamilton Mourao, un general retirado. Ambos son defensores de la dictadura militar que dirigió el país de 1964 a 1985. Varios oficiales de reserva tuvieron un papel importante en la campaña y al menos cuatro podrían integrar su gobierno si Bolsonaro derrota al izquierdista Fernando Haddad, como prevén las encuestas. En el umbral del poder, el favorito prometió ser esclavo de la Constitución y gobernar con autoridad, pero sin autoritarismo.
Una moderación bienvenida para alguien que en 2016 dijo que el error de la dictadura fue torturar y no matar.
Según la Comisión Nacional de la Verdad, durante los años de plomo hubo 434 asesinatos y miles de casos de tortura. Un informe desclasificado de la CIA reveló que la eliminación de opositores se decidía en el despacho presidencial.
Pero ningún militar fue juzgado en Brasil, gracias a la amnistía de 1979.
Lo militar se volvió tendencia en Brasil. “Vi a jóvenes diciendo: Las cosas en la dictadura eran más organizadas”, contó el cientista político Jairo Nicolau, de la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ). “Son jóvenes que nacieron en democracia y tienen una visión difusa de los hechos”, agregó.
En el Congreso elegido este mes, 31 diputados y 4 senadores son o fueron militares o policías. En 2014, sumaban 18.
Las instituciones más confiables para los brasileños son los bomberos, las iglesias, la Policía Federal y las Fuerzas Armadas. Las menos: el Gobierno, el Congreso, los partidos y la Presidencia, según una encuesta del Ibope.
Una revancha saboreada por los uniformados, que durante años solo se hacían oír para defender su régimen especial de jubilaciones o para evitar cambios en la ley de amnistía.
El cuartel, un modelo para enfrentar a la corrupción
El general de reserva Augusto Heleno, posible ministro de Defensa, dijo en mayo a Folha de S. Paulo que las Fuerzas Armadas se sentían halagadas por el reconocimiento social. El golpe de 1964 fue apoyado por grandes grupos económicos, medios de prensa, sectores conservadores de la Iglesia católica y por EEUU, en nombre de la lucha contra el comunismo y de la defensa de la familia.
“Los valores de las Fuerzas Armadas son los mismos, pero hay otra generación de militares”, explicó el general Heleno. El bolsonarismo designó nuevos enemigos: la corrupción, la criminalidad y la ideología de género. Contra el adoctrinamiento infantil, Bolsonaro propone crear escuelas coordinadas por militares.
AFP
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