La policía hizo disparos de advertencia y lanzó gases lacrimógenos para dispersar a gente que robaba comercios en Palu, la ciudad costera que este viernes resultó destrozada por el temblor de 7,5 grados de magnitud y el tsunami posterior.
Los sobrevivientes luchan contra el hambre y la sed. Los policías, que hasta ahora habían tolerado que los vecinos desesperados tomaran comida y agua de negocios cerrados, detuvieron en las últimas horas a 35 personas que se llevaban computadoras y dinero.
“El primero y segundo día no había negocios abiertos y la gente tenía hambre, estaba realmente necesitada”, dijo el subcomisario de la policía nacional, Ari Dono Sukmanto. “Pero después los alimentos comenzaron a llegar y sólo se necesita distribuirlos. Estamos restableciendo le ley.”
La desesperación es patente en las calles: se ve cómo sobrevivientes escalan montañas de escombros en la búsqueda de algo recuperable.
Otros se amontonan alrededor de los pocos edificios que aún tienen electricidad o hacen cola para obtener agua, dinero o combustible, escoltados por policías armados.
“El gobierno, el presidente, vinieron pero lo que realmente necesitamos es comida y agua”, dijo Burhanuddin Aid Masse, de 48 años.
Los socorristas no tienen maquinaria suficiente y su labor se complica por las rutas cortadas y los daños en las infraestructuras. Además, este martes el país registró 2 sismos más frente a sus costas, aunque a cientos de kilómetros de Palu.
El balance oficial de fallecidos ascendió a 1.347 personas, según anunció el gobierno.
Entre los muertos hay decenas de estudiantes cuyos cuerpos aparecieron entre los escombros de una iglesia devastada.
“El equipo de socorristas encontró 34 muertos”, declaró Aulia Arriani, vocera de la Cruz Roja local. Inicialmente 86 jóvenes que participaban en un campamento de estudio de la Biblia en Jonoonge fueron declarados desaparecidos.
El Ejército indonesio dirige las labores de rescate pero, tras el llamado del presidente Joko Widobo, las ONG internacionales también desplegaron equipos en la zona.
El distrito montañoso de Siri Biromaru, al sureste de Palu, es de difícil acceso y los socorristas tienen que llegar a pie para rescatar víctimas.
Clarin
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