El gobierno del presidente Mauricio Macri se vio forzado por fallos judiciales y protestas a poner un límite a los aumentos de las facturas de gas -fijado en 500% para el comercio y Pymes-. El duro ajuste se anunció con el fin de reducir el déficit fiscal.
La alicaída tercera economía de América Latina tiene dificultades para seguir afrontando las importaciones de gas y petróleo. El gobierno en el poder desde diciembre pide a los 44 millones de habitantes aprender a consumir menos en el invierno “más frío de los últimos 60 años”, dijo el jefe de gabinete, Marcos Peña.
Macri recalcó el martes que Argentina “no puede importar más. Estamos consumiendo más energía que en los demás países del mundo”, dijo.
Las declaraciones del presidente de centro derecha se produjeron en un clima generalizado de impotencia y confusión. Organizaciones sociales convocan en las redes sociales a un “cacerolazo contra el tarifazo” para el jueves en el Obelisco capitalino.
Al gobierno le llueven las críticas de propios y opositores por un plan de aumentos de tarifas a los servicios básicos que ha tenido idas y vueltas desde su anuncio a principios de año.
“En Misiones pagamos los servicios más caros del país, sépanlo. Y recién se habla de eso porque les pasa a ustedes” en Buenos Aires, escribió una internauta en Twitter donde #TopeAlTarifazo era uno de los temas más comentados del día.
El gobierno quiso aplicar indistintamente el llamado ‘tarifazo’ en un país con provincias con climas tan opuestos como Misiones, al noreste, con 16 grados Celsius un día de julio, o Chubut, al sur, con máximas de 3 grados en la misma época de invierno austral.
Más abrigo y menos energía
El gobierno impulsó los aumentos desde abril bajo el argumento de que las tarifas de gas, luz y agua estaban rezagadas y responsabilizó a los gobiernos kirchneristas (2003-2015, peronistas de centroizquierda), que las subsidiaban con los impuestos a grandes contribuyentes.
Las alzas de entre 300% y 2.000% impactaron en la clase trabajadora en un país con un sueldo mínimo que ronda los 450 dólares mensuales, mientras que el de profesionales medios promedia los 1.350 dólares.
“Esto no tiene lógica, respecto al mismo bimestre del año pasado que pagué 103 pesos, este mes me llegó en 1.357 ¡1200%!”, dijo Isabel Quiroga, una jubilada de 66 años que se disponía a reclamar en una de las empresas de gas por su factura que saltó de 6,8 dólares a casi 91.
Como telón de fondo, la inflación general ya superó el 40% anualizada, según gobierno y consultoras privadas.
La pensión de Quiroga como expsicopedagoga es de casi 5.000 pesos (335 dólares). “Solo un servicio (cuesta) más del 10% de mis ingresos, una verdadera locura”, dijo indignada a la AFP al salir de un apartamento de unos 60 metros cuadrados en Buenos Aires.
“Hay que cambiar el comportamiento”, pidió nuevamente Macri este martes, convencido de que se impone un cambio cultural en Argentina frente al consumo de energía.
Las barbas en remojo
Pero Macri quedó preso de sus palabras. Tantas críticas como chistes le recordaron a este presidente con la etiqueta de ser rico de cuna, que su conducta no ha sido ejemplar.
Tras pedir el lunes reflexionar cuando en el invierno la ciudadanía esté en casa “en remera (camiseta veraniega) o en patas (descalzos)”, surgieron en redes sociales y canales de TV imágenes que él mismo divulgó junto a su esposa, Juliana Awada, hace 15 días observando la final de la Copa América Centenario, con ropa liviana y ella descalza en su residencia.
Este martes que volvió sobre el tema, los medios rescataron un video de mediados del año pasado, cuando en plena campaña por la presidencia, Awada confesó en el programa más visto de la televisión local que dormían con aire acondicionado en invierno.
“Dormimos pegados. Dormimos con el aire acondicionado hasta en invierno”, contó Awada sobre su intimidad, entre risas en un popular show de TV. Entonces, Macri respondió: “La ‘Hechicera’ es así, la ‘Hechicera’ te tiene cerca”.
Macri evitó las críticas e insistió: “Voy a hablar de esto obsesivamente: hay que consumir menos energía”, reclamó, mientras se alargan las filas ante las oficinas de las empresas de gas y agua.
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