Siete diputados de la oposición resultaron heridos después de que decenas de personas forzasen las puertas del Parlamento en el centro de Caracas hacia el mediodía, agrediendo a legisladores, periodistas y robando pertenencias y equipos, según testigos de Reuters en el lugar.
Unos 20 minutos después, fuerzas de seguridad los expulsaron, pero un grupo de manifestantes se mantuvo en los alrededores impidiendo salir, de acuerdo con el presidente del congreso Julio Borges, a más de 350 legisladores, periodistas e invitados a la sesión especial del Día de la Independencia.
Al anochecer, las personas fueron saliendo resguardadas por la Guardia Nacional. Un testigo de Reuters dijo que se movieron a un edificio anexo bajo una lluvia de insultos y petardos.
"Destruido, hay balas, hay carros destrozados (...) hay manchas de sangre por todo el Palacio. Hay siete diputados heridos, cinco diputados hospitalizados, hay obreros y personal herido también", dijo Borges a periodistas.
Imágenes de televisión mostraron al diputado opositor Américo de Grazia, el que resultó peor herido, tendido en el suelo. Otros dos legisladores tenían sus rostros bañados en sangre y fueron suturados por cortes.
"La violencia en Venezuela se llama Nicolás Maduro, tiene nombre y apellido", dijo Borges apuntando contra el presidente socialista, que ha recibido exhortos de gran parte de la comunidad internacional para resolver la crisis del país.
El mandatario, que cuando ocurrió el episodio participaba de un desfile militar por el Día de la Independencia en la capital, condenó los sucesos y ordenó investigarlos.
"Yo no voy a ser nunca cómplice de ningún hecho de violencia", dijo Maduro.
LLAMAMIENTOS A LA PAZ
No quedó claro qué pretendieron los seguidores del Gobierno con la invasión al Congreso y con el sitio de al menos seis horas al edificio, durante el cual algunos amenazaron con cortar el agua y la luz mientras blandían pistolas, según testigos.
El mismo miércoles la Asamblea -cuyas potestades son desconocidas por otros poderes del Estado- convocó a una consulta el 16 de julio para preguntar a los venezolanos, entre otras cosas, si quieren adelantar los comicios presidenciales de fines del 2018.
Montada sobre una ola de protestas antigubernamentales, en medio de la cual han muerto unas 90 personas, la oposición exige la celebración de elecciones generales para poner fin al gobierno socialista de Maduro, al que califica de dictatorial.
Maduro dice que sus adversarios buscan un golpe de Estado violento con el apoyo de Estados Unidos. Y llamó para el 30 de julio a la elección de una Asamblea General Constituyente que reescriba la carta magna con el argumento de pacificar al país.
La oposición rechaza la iniciativa como inconstitucional.
La agresión a los diputados fue condenada por los gobiernos estadounidense, británico y también por varios de Latinoamérica.
"Esta violencia, perpetrada durante la celebración de la independencia de Venezuela, es un atentado a los principios democráticos de los hombres y mujeres que lucharon por la independencia de Venezuela hace 206 años", dijo el Departamento de Estado estadounidense en un comunicado.
Desde la vecina Colombia, el presidente Juan Manuel Santos reiteró su llamado a una salida negociada de la crisis e instó al cese de la violencia.
Los gobiernos de México y Perú se unieron a la condena y al llamado al diálogo y a la paz.
"Los hechos ocurridos hoy, en los que se violenta la integridad de un poder soberano, son inaceptables e inadmisibles y alejan aún más a Venezuela de la senda democrática", dijo la cancillería mexicana en un comunicado.
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