El objetivo de Bergoglio, por tanto, está claro: quiere saber si la opinión pública católica está con él o prefiere mantenerse en la ideología ultraconservadora que han defendido con ardor Benedicto XVI y Juan Pablo II. Además, el Papa pretende presentar los resultados en el sínodo extraordinario sobre la familia que se celebrará en octubre del año que viene.
38 preguntas. Como destaca El País en su edición digital, “no va a preguntar Francisco por el sexo de los ángeles, sino que va a plantear 38 cuestiones muy concretas que todavía hoy siguen siendo tabú en la Iglesia católica”.
Quiere saber, por ejemplo, si los cristianos divorciados y vueltos a casar “se sienten marginados y viven con sufrimiento la imposibilidad de recibir los sacramentos”, o, por ejemplo, “qué atención pastoral sería posible ofrecer a las parejas del mismo sexo e incluso a los hijos por ellas adoptados”.
El documento, enviado a mediados del mes de octubre a todas las conferencias episcopales por el arzobispo Lorenzo Baldisseri, secretario del colegio cardenalicio y del sínodo de los obispos, deberá ser distribuido entre toda la comunidad católica —con especial atención a las parroquias— para obtener una fotografía en tiempo real de la situación de las familias cristianas.
En la introducción, monseñor Baldisseri enumera las “problemáticas inéditas” surgidas en los últimos años alrededor de la familia católica tradicional: aumento exponencial de las parejas de hecho, “que no acceden al matrimonio y a veces excluyen la idea”, uniones entre personas del mismo sexo, “a las que no pocas veces se consiente la adopción de hijos”, familias monoparentales, matrimonios interreligiosos y hasta “formas de feminismo hostiles a la Iglesia…”. Un batallón de pecadores que, con las tablas de la ley en la mano, estarían condenados a arder en el infierno, pero que Francisco —no sin una fuerte oposición interna— quiere recuperar por la vía de la misericordia.
Plegaria
Reza por inmigrantes muertos por la crueldad del desierto y el mar
El pontífice pidió ayer orar por los inmigrantes, a muchos de los cuales “la crueldad del desierto” y la amplitud del mar les ha arrebatado la vida, y también por todos aquellos que se salvaron en busca de un futuro mejor.
Francisco presidió en el cementerio municipal de Roma la Misa de Todos los Santos, ante miles de fieles y en presencia de numerosos enfermos.
Acompañado por el párroco del cementerio y el obispo auxiliar de Roma, Paolo Selvadagi, el papa improvisó la homilía y dijo que ayer, día de Todos los Santos, “nuestros hermanos y hermanas están con el Señor en el Cielo, gozan de la bondad y de la serenidad, de la salvación, por la bondad de Dios, pues solo podemos entrar en el Cielo gracias a la sangre del cordero”.
Al hablar de la cercanía de la muerte el papa dijo: “A todos nos llegará el ocaso de la vida, a todos, y esto hay que mirarlo con esperanza, pues nos da alegría ser recibidos por el Señor. Esto nos da paz”.
Fuente: cronica.com.mx
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