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Dilma Rousseff y Marina Silva llegan igualadas a las elecciones en Brasil

  • Brasil acudirá a las urnas el próximo 5 de octubre dividido entre dar un segundo mandato a la jefa de Estado, Dilma Rousseff, o el cambio que encarna la ecologista Marina Silva, quien revolucionó la campaña después de la muerte accidental de Eduardo Campos.
La campaña, enlutada por el accidente de avión del 13 de agosto en el que falleció Campos, del Partido Socialista Brasileño (PSB), se ha enturbiado por los feroces ataques entre los principales candidatos y llega a su recta final sin un favorito claro.
Todos los sondeos coinciden en que las elecciones se decidirán entre Rousseff, abanderada del Partido de los Trabajadores (PT), y Silva, que sucedió a Campos como candidata del PSB, en una reñida segunda vuelta, que se celebraría el 26 de octubre si ningún candidato supera el 50 % de los votos.
Antes de la muerte de Campos, la campaña parecía encarrilada hacia un incontestable triunfo de Rousseff, que goza de una moderada popularidad entre la clase media y un amplio apoyo entre los más pobres debido a los réditos de los programas sociales desarrollados en la última década por su Gobierno y el de su antecesor y padrino político, Luiz Inácio Lula da Silva.
Pero la aparición de una política carismática como Marina Silva en la disputa alteró todas las previsiones.

La fuerza de Silva

Silva ya era una figura conocida en Brasil, y fue ministra, senadora y candidata en las elecciones presidenciales de 2010, en las que recibió cerca del 20 % de los votos.
Profundamente religiosa y defensora acérrima de la Amazonía, se presenta como representante de una "nueva política" y promete "cambios" en una eventual gestión, en la que dice que prescindirá de los partidos, para gobernar con "los mejores cuadros" de cada formación.

Analfabeta hasta los 16 años, la aspirante a la jefatura del Estado se preparó para ser monja, fue empleada doméstica, profesora y recibió el título universitario de historiadora antes de entrar a formar parte del mundo de la política de la mano del asesinado líder ecologista Chico Mendes, a quien ayudó a defender la Amazonía.
La reputada ecologista gozaba de mayores índices de popularidad que Campos antes del inicio de la campaña, pero aceptó ser segunda en una fórmula liderada por el entonces presidente del PSB puesto que ella, sin partido, se afilió a última hora a esa formación para participar en las elecciones.

Marina Silva ha tratado de atraer a las clases medias descontentas que protagonizaron las manifestaciones masivas de junio de 2013 y que se han alejado de los partidos tradicionales, liderados por Rousseff y Aécio Neves, el candidato del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB) y quien se ha estancado en el tercer lugar en las encuestas.
El apoyo del pueblo a Rousseff
Por su parte, el Partido de los Trabajadores (PT), la mayor fuerza de izquierda de Latinoamérica, apuesta en la presidenta Dilma Rousseff para extender a 16 años su permanencia en el poder en Brasil.

Con un perfil más tecnocrático y de gerenta, pero políticamente todavía a la sombra de su mentor Luiz Inácio Lula da Silva, la presidenta brasileña aparece como favorita para obtener la mayoría de los votos en la primera vuelta.
Hija de un inmigrante búlgaro y de una docente brasileña, Rousseff se convirtió, después de 35 hombres que la precedieron en el cargo, en la primera mujer en gobernar el mayor país latinoamericano.

Llamada también "Dama de Hierro" por su carácter, a veces frío y seco, alejado de la formalidad de la política tradicional, Rousseff pudo convivir con el peso político dejado por su antecesor, para muchos el líder más carismático de la historia reciente del país.
Están llamados a las urnas de forma obligatoria cerca de 141,2 millones de brasileños mayores de edad y se han inscrito otros 1,6 millones de jóvenes de entre 16 y 17 años, para quienes el voto es facultativo.

Con información de EFE.

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