María Nelly Murillo sacó fuerzas del recuerdo de su madre y su propio instinto maternal para sobrevivir cinco días en la selva con su bebé tras estrellarse la avioneta en que viajaban, un milagro celebrado ayer en Colombia.
“Apenas pienso en mi mamá y en mi hijo”, le dijo la joven de 18 años a Acisclo Rentería, según le contó a la AFP este voluntario de la Cruz Roja que la encontró el miércoles, en el último día de labores previsto tras el accidente ocurrido el sábado en una remota zona del departamento del Chocó, en el Noroeste del país.
Rentería y otros tres socorristas hallaron a Murillo dormida junto a su hijo de 8 meses, Yudier Moreno, cerca de un zanjón donde buscaron protegerse en la tupida selva del Alto Baudó. La mujer tenía quemaduras de primer y segundo grado, un pie cortado y un tobillo torcido; el niño apenas mostraba “la ropita escaldada entre las piernas”, pero parecía ileso.
“‘¡Auxilio!, ¡auxilio!’, fue lo primero que nos dijo cuando nos vio”, relató Rentería, un hombre de 38 años con 15 de experiencia en la Cruz Roja, que participó en las tareas de búsqueda desde el principio.
“Le dije ‘mami, quédate quieta’, porque ella trataba de levantarse y no podía. Me pedía agua y comida”, agregó el socorrista. “El bebé tenía frío, así que lo abrigué con mi camisa. Lloró cuando lo tomé, pero le di suero y se calmó. Se quedó dormido conmigo todo el rato”.
La foto de Rentería con el pequeño en brazos, atado con arnés a bordo del helicóptero que trasladó a los sobrevivientes a Quibdó, capital del Chocó, dio la vuelta al mundo.
La noticia ha conmovido a todos en Colombia.
“Es un milagro. Es una zona muy selvática. El accidente fue catastrófico. Su espíritu de madre debe haberle dado las fuerzas”, dijo el coronel Héctor Carrascal, comandante de la Fuerza Aérea colombiana a cargo de las tareas de búsqueda, iniciadas cuando la aeronave se declaró desaparecida el sábado.
Carrascal explicó que el fuselaje fue identificado el domingo, cuando se verificó la posibilidad de sobrevivientes al encontrarse abierta la puerta del aparato. Un equipo de 14 rescatistas accedió al lugar mediante sogas y comenzó las labores de socorro. Murillo y su hijo, oriundos de la zona, fueron rescatados cerca del lugar donde se estrelló la aeronave tipo Cessna 303, a mitad de camino entre Nuquí y Quibdó, un recorrido de media hora usual en una región donde las únicas rutas son los ríos que surcan el cerrado bosque tropical.
El piloto, capitán Carlos Mario Ceballos, tercero a bordo de la aeronave que ofrecía el servicio de taxi aéreo, murió por el impacto.
“Encontró su teléfono y el del piloto, pero el que tenía carga no tenía minutos (saldo) para hablar. Ninguno le sirvió”, relató Rentería.
Según reportes de medios locales, la mujer hizo más de 90 intentos de llamadas, pero sin éxito.
Rentería y otros tres socorristas hallaron a Murillo dormida junto a su hijo de 8 meses, Yudier Moreno, cerca de un zanjón donde buscaron protegerse en la tupida selva del Alto Baudó. La mujer tenía quemaduras de primer y segundo grado, un pie cortado y un tobillo torcido; el niño apenas mostraba “la ropita escaldada entre las piernas”, pero parecía ileso.
“‘¡Auxilio!, ¡auxilio!’, fue lo primero que nos dijo cuando nos vio”, relató Rentería, un hombre de 38 años con 15 de experiencia en la Cruz Roja, que participó en las tareas de búsqueda desde el principio.
“Le dije ‘mami, quédate quieta’, porque ella trataba de levantarse y no podía. Me pedía agua y comida”, agregó el socorrista. “El bebé tenía frío, así que lo abrigué con mi camisa. Lloró cuando lo tomé, pero le di suero y se calmó. Se quedó dormido conmigo todo el rato”.
La foto de Rentería con el pequeño en brazos, atado con arnés a bordo del helicóptero que trasladó a los sobrevivientes a Quibdó, capital del Chocó, dio la vuelta al mundo.
La noticia ha conmovido a todos en Colombia.
“Es un milagro. Es una zona muy selvática. El accidente fue catastrófico. Su espíritu de madre debe haberle dado las fuerzas”, dijo el coronel Héctor Carrascal, comandante de la Fuerza Aérea colombiana a cargo de las tareas de búsqueda, iniciadas cuando la aeronave se declaró desaparecida el sábado.
Carrascal explicó que el fuselaje fue identificado el domingo, cuando se verificó la posibilidad de sobrevivientes al encontrarse abierta la puerta del aparato. Un equipo de 14 rescatistas accedió al lugar mediante sogas y comenzó las labores de socorro. Murillo y su hijo, oriundos de la zona, fueron rescatados cerca del lugar donde se estrelló la aeronave tipo Cessna 303, a mitad de camino entre Nuquí y Quibdó, un recorrido de media hora usual en una región donde las únicas rutas son los ríos que surcan el cerrado bosque tropical.
El piloto, capitán Carlos Mario Ceballos, tercero a bordo de la aeronave que ofrecía el servicio de taxi aéreo, murió por el impacto.
“Encontró su teléfono y el del piloto, pero el que tenía carga no tenía minutos (saldo) para hablar. Ninguno le sirvió”, relató Rentería.
Según reportes de medios locales, la mujer hizo más de 90 intentos de llamadas, pero sin éxito.
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