La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, prometió ayer mejorar los sistemas de alertas de inundaciones y deslaves tras visitar una región del sureste del país, donde las lluvias han dejado 40 muertos en periodo de fiestas, la mayoría enterrados bajo el barro, así como más de 70.000 evacuados.
Tras dos semanas de temporales que han provocado deslizamientos de terreno y enterrado vivas a decenas de personas, el clima comienza a mejorar en gran parte del sureste del país, y algunos habitantes han empezado a remover escombros y limpiar sus hogares.
"Estamos extremadamente preocupados con estas inundaciones y deslizamientos en dos estados brasileños, Minas Gerais y Espírito Santo", dijo Rousseff a periodistas tras sobrevolar en helicóptero junto a varios ministros y autoridades locales la ciudad de Governador Valadares, en Minas Gerais, donde dos niños de 3 y 11 años murieron enterrados hace cinco días.
"Queremos impedir que haya muertos" cuando llueva y por eso "son muy importantes todos los mecanismos de alerta, o sea, pluviómetros y radares, y un mapa de riesgos de todos los municipios" en situación más grave, para poder alertar a la población, indicó.
"A veces conseguimos hacerlo, muchas veces aún no lo conseguimos, pero vamos a luchar para hacerlo", prometió.
Decenas de miles de brasileños han pasado la Navidad sin agua potable, electricidad o comunicaciones, mientras los alimentos escasean en muchas ciudades del sureste.
En Minas Gerais, 17 personas murieron por las lluvias en diciembre, y unas 9.500 personas han sido evacuadas de sus hogares. Un total de 79 ciudades del estado han sido afectadas por las lluvias, y 26 están en situación de emergencia.
Olor a muerte
Espírito Santo, otro estado del sureste de Brasil que Rousseff sobrevoló el 24 de diciembre, ha sufrido sus peores lluvias en 90 años. Un total de 23 personas han muerto y más de 61.000 personas fueron evacuadas. Un balance anterior, que fue revisado a la baja ayer, daba cuenta de 27 muertos en el estado.
En el municipio de Vila Velha, cerca de Vitoria, la capital de Espírito Santo, miles de evacuados se han refugiado en gimnasios, escuelas e iglesias, constató un fotógrafo de la AFP.
Grandes camiones remueven los automóviles que han quedado bajo el agua, que en ciertas zonas aún llega hasta la rodilla.
El pastor evangélico Keiny Moreira da Cunha, en cuya iglesia del barrio Araçás de Vila Velha se han refugiado desde el sábado más de 50 personas que perdieron sus hogares, cuenta que todo el barrio huele "a muerte"
Persiste el calor en Argentina y Uruguay
En medio de una asfixiante ola de calor, la mayor en los últimos 43 años, el consumo energético siguió creciendo ayer abruptamente en Argentina, lo que propició nuevos y prolongados cortes de luz, pese a la amenaza del Gobierno de asumir la distribución eléctrica si las empresas no lo hacen. En situación similar se halla Uruguay, donde también se produjo un incendio forestal que ya quemó 50 hectáreas de una balneario costero.
Aunque las previsiones apuntaban a un descenso moderado de las temperaturas, los termómetros alcanzaron los 36 grados a mediodía en Buenos Aires, donde los fallos en el suministro eléctrico persisten desde hace dos semanas en una decena de barrios, una situación que se replica en el cinturón urbano bonaerense.
Fuente: AFP/EFE
Tras dos semanas de temporales que han provocado deslizamientos de terreno y enterrado vivas a decenas de personas, el clima comienza a mejorar en gran parte del sureste del país, y algunos habitantes han empezado a remover escombros y limpiar sus hogares.
"Estamos extremadamente preocupados con estas inundaciones y deslizamientos en dos estados brasileños, Minas Gerais y Espírito Santo", dijo Rousseff a periodistas tras sobrevolar en helicóptero junto a varios ministros y autoridades locales la ciudad de Governador Valadares, en Minas Gerais, donde dos niños de 3 y 11 años murieron enterrados hace cinco días.
"Queremos impedir que haya muertos" cuando llueva y por eso "son muy importantes todos los mecanismos de alerta, o sea, pluviómetros y radares, y un mapa de riesgos de todos los municipios" en situación más grave, para poder alertar a la población, indicó.
"A veces conseguimos hacerlo, muchas veces aún no lo conseguimos, pero vamos a luchar para hacerlo", prometió.
Decenas de miles de brasileños han pasado la Navidad sin agua potable, electricidad o comunicaciones, mientras los alimentos escasean en muchas ciudades del sureste.
En Minas Gerais, 17 personas murieron por las lluvias en diciembre, y unas 9.500 personas han sido evacuadas de sus hogares. Un total de 79 ciudades del estado han sido afectadas por las lluvias, y 26 están en situación de emergencia.
Olor a muerte
Espírito Santo, otro estado del sureste de Brasil que Rousseff sobrevoló el 24 de diciembre, ha sufrido sus peores lluvias en 90 años. Un total de 23 personas han muerto y más de 61.000 personas fueron evacuadas. Un balance anterior, que fue revisado a la baja ayer, daba cuenta de 27 muertos en el estado.
En el municipio de Vila Velha, cerca de Vitoria, la capital de Espírito Santo, miles de evacuados se han refugiado en gimnasios, escuelas e iglesias, constató un fotógrafo de la AFP.
Grandes camiones remueven los automóviles que han quedado bajo el agua, que en ciertas zonas aún llega hasta la rodilla.
El pastor evangélico Keiny Moreira da Cunha, en cuya iglesia del barrio Araçás de Vila Velha se han refugiado desde el sábado más de 50 personas que perdieron sus hogares, cuenta que todo el barrio huele "a muerte"
Persiste el calor en Argentina y Uruguay
En medio de una asfixiante ola de calor, la mayor en los últimos 43 años, el consumo energético siguió creciendo ayer abruptamente en Argentina, lo que propició nuevos y prolongados cortes de luz, pese a la amenaza del Gobierno de asumir la distribución eléctrica si las empresas no lo hacen. En situación similar se halla Uruguay, donde también se produjo un incendio forestal que ya quemó 50 hectáreas de una balneario costero.
Aunque las previsiones apuntaban a un descenso moderado de las temperaturas, los termómetros alcanzaron los 36 grados a mediodía en Buenos Aires, donde los fallos en el suministro eléctrico persisten desde hace dos semanas en una decena de barrios, una situación que se replica en el cinturón urbano bonaerense.
Fuente: AFP/EFE
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