- La villa ha resistido atrincherada sin agua potable y escasez de alimentos. Un vecino del pueblo relata el final de más de dos meses de asedio por parte del IS. 'Si hubieran accedido, se habría cometido una masacre', advierte un habitante de Amerli. 'La derrota romperá el culto al miedo creado por el IS', aventura un analista
El ejército iraquí -respaldado por tropas kurdas, milicias chiíes y aviación estadounidense- puso fin este domingo al cerco de Amerli,un pueblo a 160 kilómetros al norte de Bagdad que ha permanecido asediado por las huestes del Estado Islámico durante 80 agónicos días. "La heroica Amerli ha sido liberada. Todos los terroristas han sido liquidados", confirmó a media mañana Abu Arkan, un vecino de la villa, en una conversación telefónica con EL MUNDO.
Los fotogramas de los tanques iraquíes patrullando el enclave, acompañados por el ruido de alegres ráfagas de disparos, enterraron la pesadilla que han padecido sus 17.000 habitantes, de mayoría turcomana chií. "Siempre tuvimos claro que si los yihadistas conseguían acceder al pueblo, cometerían una masacre similar a la que han llevado a cabo en otros lugares de Irak", reconoció Arkan con la amenaza alejándose definitivamente. Tal fue la desesperación que, días antes de cantar victoria, la población rubricó un pacto de sangre: si los yihadistas irrumpían en el villorrio, optarían por el suicidio colectivo. Hubieran preferido arrancarse la vida con sus propias manos que morir en una ejecución sumaria o convertirse en esclavos.
Para evitar la tragedia, los hombres de Amerli abandonaron en junio los trabajos agrícolas y empuñaron las armas. Durante dos largos meses la población se entregó a una resistencia numantina. "Ha sido terrible. Hemos estado sin electricidad ni agua potable durante unos 50 días", recordó el vecino. Los habitantes se vieron obligados a beber agua insaluble y las enfermedades se acabaron propagando. Cuando la comida comenzó a escasear y la ayuda arrojada a diario por los helicópteros del ejército iraquí se demostró insuficiente, los lugareños racionaron el alimento y pasaron días sin probar bocado. Según los activistas locales, que han tratado de mantener el hilo con el exterior y denunciar las penurias, una veintena de almas ha fallecido por inanición y deshidratación.
"Nos bombardearon a diario y nos atacaron desde los pueblos vecinos. Pero nuestros jóvenes fueron capaces de plantarles cara", relataba orgulloso Arkan mientras a su alrededor se celebraba el éxito de una operación que se fraguó a principios de la semana pasada y se puso en marcha el sábado. En la liberación participaron batallones del ejército iraquí; las brigadas Salaam, una milicia chií que reclutó a miles de combatientes con la misión de socorrer a sus camaradas; y los peshmergas, las tropas de la región autónoma del Kurdistán que han logrado notables avances en las últimas semanas. Los tres empujaron desde cuatro frentes distintos logrando el repliegue de los militantes del Estado Islámico (IS, por sus siglas en inglés), que ocupan un tercio del país desde junio.
Pero, como sucediera a principios de mes con los varios cientos de miles de yazidíes atrapados en las montañas de Sinyar, el auxilio de Washington resultó determinante. El sábado la aviación estadounidense descargó tres ataques aéreos sobre posiciones del IS que, aunque limitados, destruyeron tres Humvees (todoterrenos), un vehículo, un tanque y un puesto de control de los insurgentes. Además, Barack Obama autorizó la entrega de ayuda humanitaria a la población de Amerli. El secretario de prensa del Pentágono, el contraalmirante John Kirby, precisó que a petición del gobierno de Irak se lanzaron desde el aire unos 47.000 litros de agua potable y unas 7.000 comidas preparadas. Aviones de Francia, Australia y Reino Unido participaron en el operativo.
El desenlace -que esquiva el escenario de una masacre con el que hace días la ONU agitó conciencias- es una inyección de moral para las fuerzas armadas iraquíes y la primera de sus victorias desde junio. A principios de aquel mes sus divisiones en el norte del país se derrumbaron como un castillo de naipes. La ofensiva del IS se hizo con Mosul, la segunda ciudad de Irak, sin apenas resistencia mientras los soldados se despojaban del uniforme y se daban a la fuga dejando en manos de los yihadistas el moderno arsenal sufragado por EEUU. "Es un éxito muy importante", dijo ayer el portavoz del ejército iraquí, el general Qasem Atta, a la televisión estatal. Reconoció, no obstante, que las escaramuzas no habían cesado.
A juicio del analista Hasan Hasan, experto en grupos radicales del centro de estudios Delma de Abu Dabi, se trata de una conquista de enorme calado en la guerra que ejército iraquí, milicias chiíes y "peshmergas" libran contra los acólitos del califato. "El fin del cerco de Amerli, hogar de la minoría étnica turcomana, supone interrumpir la dinámica del IS, que ha estado avanzado constantemente. La derrota quebrará el culto al miedo que los yihadistas han creado en Irak", sugiere el académico en declaraciones a este diario. Sin embargo, la presencia de milicias chiíes entre los salvadores de Amerli avisa del enorme riesgo de que Irak siga desangrándose en refriegas sectarias.
Fuente: el mundo
Los fotogramas de los tanques iraquíes patrullando el enclave, acompañados por el ruido de alegres ráfagas de disparos, enterraron la pesadilla que han padecido sus 17.000 habitantes, de mayoría turcomana chií. "Siempre tuvimos claro que si los yihadistas conseguían acceder al pueblo, cometerían una masacre similar a la que han llevado a cabo en otros lugares de Irak", reconoció Arkan con la amenaza alejándose definitivamente. Tal fue la desesperación que, días antes de cantar victoria, la población rubricó un pacto de sangre: si los yihadistas irrumpían en el villorrio, optarían por el suicidio colectivo. Hubieran preferido arrancarse la vida con sus propias manos que morir en una ejecución sumaria o convertirse en esclavos.
Para evitar la tragedia, los hombres de Amerli abandonaron en junio los trabajos agrícolas y empuñaron las armas. Durante dos largos meses la población se entregó a una resistencia numantina. "Ha sido terrible. Hemos estado sin electricidad ni agua potable durante unos 50 días", recordó el vecino. Los habitantes se vieron obligados a beber agua insaluble y las enfermedades se acabaron propagando. Cuando la comida comenzó a escasear y la ayuda arrojada a diario por los helicópteros del ejército iraquí se demostró insuficiente, los lugareños racionaron el alimento y pasaron días sin probar bocado. Según los activistas locales, que han tratado de mantener el hilo con el exterior y denunciar las penurias, una veintena de almas ha fallecido por inanición y deshidratación.
"Nos bombardearon a diario y nos atacaron desde los pueblos vecinos. Pero nuestros jóvenes fueron capaces de plantarles cara", relataba orgulloso Arkan mientras a su alrededor se celebraba el éxito de una operación que se fraguó a principios de la semana pasada y se puso en marcha el sábado. En la liberación participaron batallones del ejército iraquí; las brigadas Salaam, una milicia chií que reclutó a miles de combatientes con la misión de socorrer a sus camaradas; y los peshmergas, las tropas de la región autónoma del Kurdistán que han logrado notables avances en las últimas semanas. Los tres empujaron desde cuatro frentes distintos logrando el repliegue de los militantes del Estado Islámico (IS, por sus siglas en inglés), que ocupan un tercio del país desde junio.
Pero, como sucediera a principios de mes con los varios cientos de miles de yazidíes atrapados en las montañas de Sinyar, el auxilio de Washington resultó determinante. El sábado la aviación estadounidense descargó tres ataques aéreos sobre posiciones del IS que, aunque limitados, destruyeron tres Humvees (todoterrenos), un vehículo, un tanque y un puesto de control de los insurgentes. Además, Barack Obama autorizó la entrega de ayuda humanitaria a la población de Amerli. El secretario de prensa del Pentágono, el contraalmirante John Kirby, precisó que a petición del gobierno de Irak se lanzaron desde el aire unos 47.000 litros de agua potable y unas 7.000 comidas preparadas. Aviones de Francia, Australia y Reino Unido participaron en el operativo.
El desenlace -que esquiva el escenario de una masacre con el que hace días la ONU agitó conciencias- es una inyección de moral para las fuerzas armadas iraquíes y la primera de sus victorias desde junio. A principios de aquel mes sus divisiones en el norte del país se derrumbaron como un castillo de naipes. La ofensiva del IS se hizo con Mosul, la segunda ciudad de Irak, sin apenas resistencia mientras los soldados se despojaban del uniforme y se daban a la fuga dejando en manos de los yihadistas el moderno arsenal sufragado por EEUU. "Es un éxito muy importante", dijo ayer el portavoz del ejército iraquí, el general Qasem Atta, a la televisión estatal. Reconoció, no obstante, que las escaramuzas no habían cesado.
A juicio del analista Hasan Hasan, experto en grupos radicales del centro de estudios Delma de Abu Dabi, se trata de una conquista de enorme calado en la guerra que ejército iraquí, milicias chiíes y "peshmergas" libran contra los acólitos del califato. "El fin del cerco de Amerli, hogar de la minoría étnica turcomana, supone interrumpir la dinámica del IS, que ha estado avanzado constantemente. La derrota quebrará el culto al miedo que los yihadistas han creado en Irak", sugiere el académico en declaraciones a este diario. Sin embargo, la presencia de milicias chiíes entre los salvadores de Amerli avisa del enorme riesgo de que Irak siga desangrándose en refriegas sectarias.
Fuente: el mundo
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