En un histórico discurso en Estrasburgo, pidió que Europa abra sus brazos a los inmigrantes ilegales y le pidió "redescubrir su alma buena", que "no gire en torno a la economía" sino a la "centralidad del ser humano"
El Papa Francisco en el Parlamento Europeo, en Estrasburgo. AFP |
En un viaje de cuatro horas que incluye otra intervención de Francisco ante el Consejo de Europa, el pontífice reiteró su perspectiva de apertura, renovación y sensibilidad social. Jorge Bergoglio pidió "abandonar la idea de una Europa atemorizada y plegada sobre si misma" y proclamó un "¡basta con los estilos de vida egoístas".
También pidió que Europa abra sus brazos a los inmigrantes clandestinos que se embarcan desesperados desde las costas africanas a la búsqueda de un futuro más humano. "No se puede tolerar que el mar Mediterráneo se convierta en un gran cementerio", exclamó.Pese al perfil del discurso y a la radical renovación que auspicia Francisco desde que fue elegido el 13 de marzo de 2013, seis eurodiputados de izquierda españoles se retiraron del aula cuando el Papa comenzó a hablar. "Creemos que debe haber una separación entre las creencias religiosas y las instituciones públicas", dijo uno de ellos.
Francisco recordó que su visita es la primera después de la que realizó en 1988 Juan Pablo II, en una Europa muy distinta, donde aún no había sido abatido el Muro de Berlín. Ahora "no existen más los bloques contrapuestos que dividían al continente". La Unión Europea se ha ampliado a 28 países, pero "también hay un mundo más complejo y fuertemente en movimiento".
"Un mundo siempre más interconectado y global y por eso siempre menos eurocéntrico". Europa da una imagen envejecida y reducida "que tiende a sentirse menos protagonista en un contexto que la mira con frecuencia con lejanía, desconfianza y a veces con sospecha".
Francisco destacó que no hay dignidad posible "sin un sistema jurídico claro que limite el dominio de la fuerza y haga prevalecer la ley sobre la tiranía del poder. Promover la dignidad de la persona significa reconocer que ella posee derechos inalienables. Persisten las situaciones en las que los seres humanos son tratados como objetos de los cuales se puede programar la concepción la configuración y la utilidad".
Una de las enfermedades que el Papa señaló como más difundidas en la Europa de hoy "es la soledad, propia de quién está privado de vínculos". "Se lo ve particularmanete en los ancianos abandonados a su destinos, como también en los jóvenes privados de puntos de referencia y de oportunidad para el futuro. Se lo ve en los numerosos pobres que pueblan nuestras ciudades y en los ojos perdidos de los inmigrantes que vienen a buscar un futuro mejor".
Francisco prosiguió destacando que "en los últimos años, junto con el alargamiento de la Unión Europea ha ido creciendo la desconfianza por parte de los ciudadanos frente a las instituciones consideras distantes, empeñadas a establecer reglas percibidas como lejanas a la sensibilidad de los pueblos y hasta dañosas. De muchas partes se saca la impresión general de cansancio y envejeciiento de una Europa abuela y no más fértil y vivaz. Los grandes ideales que han inspirado Europa parecen haber perdido fuerza atractiva, en favor de tecnicismos burocráticos de sus instituciones·"
Bergoglio concluyó instando a Europa a "redescubrir su alma buena", que "no gire en torno a la economía" sino a la "centralidad del ser humano". El pontífice dio un mensaje de aliento a los europeos y recordó que en la historia reciente el continente la palabra "dignidad" ha sido clave para explicar el proceso de recuperación de la segunda posguerra".
AFP
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