El avión SU-25 cayó en una zona de la provincia norteña de Idlib en Siria, donde se han producido intensos ataques aéreos y enfrentamientos entre fuerzas del Gobierno – apoyadas por Rusia e Irán – y rebeldes que se oponen al régimen de Bashar al-Assad.
Los sirios detractores de Assad consideran a Rusia como una fuerza invasora a la que culpan por las muertes de miles de civiles desde que Moscú intervino en la guerra para ayudar al Gobierno de Damasco en 2015.
El avión ruso fue derribado sobre la localidad de Khan al-Subl, cerca de la ciudad de Saraqeb, a corta distancia de una importante carretera desde donde las milicias apoyadas por Irán y el Ejército sirio intentan avanzar, dijo una fuente de los rebeldes.
Aunque el piloto ruso se salvó de la colisión, murió a manos de los rebeldes que intentaron capturarlo, dijo la fuente.
Tharir al-Sham, un grupo yihadista que se escindió de la antigua rama siria de Al Qaeda, se adjudicó la responsabilidad por derribar la aeronave, diciendo que uno de sus combatientes logró alcanzarlo con un lanzamisiles.
“Este esfuerzo es lo menos que podemos hacer para vengar a nuestra gente. Que los invasores criminales sepan que nuestros cielos no son un picnic y que no los cruzarán sin pagar el precio que desea Alá”, dijo el comandante Mahmoud Turkomani en un comunicado publicado por el grupo.
El Ministerio de Defensa ruso también dijo que la nave fue derribada por un lanzacohetes portable. El piloto alcanzó a reportar que había sido expulsado del avión con un paracaídas, pero más tarde murió en tierra, indicó.
REUTERS.
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