El progresista Tabaré Vázquez, de 74 años, sucederá al frente del Gobierno uruguayo a José Mujica, de 79, el mismo hombre que le relevó a él hace cinco años. El candidato de la coalición socialdemócrata Frente Amplio se impuso en las presidenciales de este domingo a su rival del Partido Nacional, Luis Lacalle Pou, de 41 años y de centro derecha por una diferencia de 12,5 puntos (53,6% de los votos frente al 41,1%).
Vázquez logró la victoria más amplia en una segunda vuelta desde que se instauró el actual sistema electoral en 1996. Por primera vez en dos siglos una formación socialdemócrata gobernará el país a lo largo de 15 años y tres elecciones consecutivas.
Termina así una campaña marcada por el juego limpio, el respeto y la falta de alusiones a la corrupción. Casi todos los mensajes giraron en torno a los grandes retos que esperan al país para afianzarlo en la modernidad. Y tanto Lacalle como Vázquez destacaron ese signo de convivencia en los discursos que pronunciaron tras conocerse los resultados.
Hay imágenes que pueden explicar mejor que mil cifras el avance que ha vivido Uruguay en los diez años que gobernó el izquierdista Frente Amplio. Molinos de vientos en las llanuras, miles de albañiles desplazándose cada mañana en sus motos, cuando antes iban en bicis o a pie, cientos de tractores nuevos en los campos de soja, centros comerciales repletos, colas de barcos esperando día y noche para entrar en el puerto de Montevideo, los ferrys llenos a diario de viajeros rumbo a Buenos Aires… El progreso es tan evidente que el candidato de centro derecha planteó su campaña para las presidenciales de este domingo asumiendo los logros de la izquierda y prometiendo mejorarlos. Y Tabaré Vázquez, el candidato del Frente, de 74 años, no necesitó siquiera recalcar que él mismo contribuyó de forma decisiva en esos avances como presidente del país entre 2004 y 2009. Los dos candidatos prometieron siempre que el gran reto de ellos sería ahora consolidar todo lo logrado y dar el gran salto hacia la modernidad.Vázquez asumirá el mando el 1 de marzo, tal como prescribe una Constitución que solo permite repetir el mandato de forma no consecutiva. Este oncólogo, que ya había sido alcalde de Montevideo en 1990, ganó las presidenciales de 2004 en una primera vuelta. En 2009 le cedió el mando a Mujica y ahora lo vuelve a retomar. Esta vez necesitó una segunda vuelta. Pero en las elecciones de hace un mes fue tan grande la distancia que sacó a Lacalle Pou (47,8% de los votos frente al 30,9%), que en realidad los militantes de izquierda llevaban 30 días festejando la victoria. Durante este mes, Tabaré Vázquez se ha limitado a recordar los logros de la “década ganada”. No había que esforzarse mucho en explicarlo.
Uruguay, igual que Argentina, sufrió en 2002 los estragos de la crisis bancaria. Y en los últimos diez años la riqueza casi se triplicó; la pobreza se redujo del 40 al 10,5%, lo que significa que en un país de 3,3 millones de habitantes alrededor de un millón dejaron de ser pobre; el desempleo pasó del 19% al nivel más bajo de su historia, el 6,5%. En 2005 había 278,000 hectáreas de soja sembradas y ahora hay 1,2 millones. La producción de energía renovables no convencionales (exceptuando la hidráulica) pasó del cero en 2004 al 30% de ahora. Y eso hizo que la factura de luz sea más barata y que en 2016 el país aspire a ser el líder de producción de energía eólica en el mundo. Con los Gobiernos de Tabaré Vázquez y de José Mujica el PIB per cápita de Uruguay se ha convertido en el más alto de América Latina (16.834 dólares).
La venezolana Gladis Genua, directora de la Comisión Andina de Fomento (CAF) para Uruguay, coincide con lo que expresaron los dos candidatos presidenciales en sus campañas: para no depender de la agricultura o de los bandazos políticos de Argentina y Brasil, Uruguay debería “convertirse en una plataforma logística del sur, ser el puerto de salida de los productos de Paraguay (que no tiene mar) y un referente en el Atlántico. Ahora el esfuerzo es modernizar las infraestructuras, el puerto y el sector ferroviario.Y por si todo eso no fuera poco, el propio Lacalle reconoció en varias ocasiones que José Mujica puso a Uruguay en el mapa. Y encima, todo ese crecimiento se logró sin apenas escándalos de corrupción. Pero Uruguay no es Finlandia ni Suiza. Sigue siendo demasiado vulnerable a las oscilaciones de mercado de la carne y los cereales, sus principales productos de exportación. Y la imagen de ese puerto donde siempre hay barcos esperando es un motivo de orgullo tanto como de preocupación. El puerto se ha quedado pequeño.
La senadora Lucía Topolansky, esposa del presidente José Mujica, va más allá: “Tenemos que ser el puerto de salida para muchas zonas del sur de Brasil, de Paraguay y de Bolivia. Tenemos que reflotar todo el ferrocarril, que fue barrido por el periodo neoliberal”. Y para eso, el país necesitará inversión extranjera. En ese terreno, Uruguay goza de una buena baza: “Aquí no se piden coimas -dinero para sobornos-. En los años cuarenta vino una gran empresa a invertir y en sus presupuestos ya traía el dinero destinado para la coima. Cuando les aclararon que eso no era necesario, ellos mismo preguntaron qué podían hacer con ese dinero. Le sugirieron que hicieran una donación a la universidad de la República y con aquella plata se construyeron las calderas de la Facultad de Ingeniería. Las empresas que vienen aquí saben que somos un país serio donde se respetan las instituciones”.
Topolansky cree que en los próximos años va a ser importante la participación de los empresarios argentinos que ayudaron a implantar la tecnología en el cultivo de la soja. Uno de los más destacados entre ellos es Gustavo Grobocopatel. Conocido en Argentina como el ‘Rey de la Soja’. Desde ese país, mediante correo electrónico, Grobocopatel explica que hace diez años los uruguayos del campo se marchaban a Montevideo y de allí al extranjero. “Y ahora están regresando de nuevo al campo”. Pero, Grobocopatel aclara que el país debería mejorar sus infraestructuras y la integración con el sur de Brasil. Recuerda que Uruguay se ha “retrasado muchísimo” en educación y que los sindicatos y el Estado tienen el gran desafío de alcanzar un pacto para remediar ese retraso.
Ése era el primer objetivo de José Mujica en 2009 -“educación, educación, educación. Y otra vez educación” y ése es su gran fracaso asumido. En el último informe de PISA (en inglés, Programa Internacional para Evaluación de Estudiantes), de 2012, Uruguay obtuvo los peores resultados desde que empezaron estas pruebas en 2003. Los Gobiernos del Frente Amplio llevaron ordenadores a las escuelas, pero la calidad de la enseñanza secundaria sigue siendo pésima. El nuevo presidente tiene tareas por delante.
Fuente: el pais
No hay comentarios.:
Publicar un comentario