En total 6.400 plantas, de 16 variedades distintas de cannabis que fueron sembradas en noviembre pasado, colman un terreno de 6.000 m2 ubicado en Quinamávida, un pequeño pueblo a 350 km al sur de Santiago.
Un imponente cerco de seguridad de cuatro metros de alto, alambrado eléctrico, cámaras de seguridad, una caseta elevada con guardias y un perro que no para de ladrar custodian día y noche el lugar, donde algunas de las plantas superan los ya dos metros de altura.
La policía de la zona realiza además frecuentes visitas al recinto, cuyo ingreso se realiza bajo estricta identificación.
CÁNCER Y EPILEPSIA
Varias vacas, chanchos y gallinas son también testigos de las enormes plantas de cannabis que comenzaron a ser cosechadas hace seis días para permitir la fabricación de un fármaco que será entregado a tres hospitales para el tratamiento experimental de unos 4.000 enfermos de cáncer, epilepsia refractaria y dolores crónicos, entre otras enfermedades, inscritos en una primera parte del proyecto.
Hasta ahora habían sido cosechadas unas 350 plantas y sus promotores esperan concluir toda la labor en cerca de un mes, para alcanzar la tonelada y media de cannabis recolectada.
Con un cuidado extremo, las plantas son desplantadas y trasladadas hasta un galpón, donde cerca de 40 llamados “manicuristas” las podan hoja por hoja hasta dejar solamente la flor.
Un imponente cerco de seguridad de cuatro metros de alto, alambrado eléctrico, cámaras de seguridad, una caseta elevada con guardias y un perro que no para de ladrar custodian día y noche el lugar, donde algunas de las plantas superan los ya dos metros de altura.
La policía de la zona realiza además frecuentes visitas al recinto, cuyo ingreso se realiza bajo estricta identificación.
CÁNCER Y EPILEPSIA
Varias vacas, chanchos y gallinas son también testigos de las enormes plantas de cannabis que comenzaron a ser cosechadas hace seis días para permitir la fabricación de un fármaco que será entregado a tres hospitales para el tratamiento experimental de unos 4.000 enfermos de cáncer, epilepsia refractaria y dolores crónicos, entre otras enfermedades, inscritos en una primera parte del proyecto.
Hasta ahora habían sido cosechadas unas 350 plantas y sus promotores esperan concluir toda la labor en cerca de un mes, para alcanzar la tonelada y media de cannabis recolectada.
Con un cuidado extremo, las plantas son desplantadas y trasladadas hasta un galpón, donde cerca de 40 llamados “manicuristas” las podan hoja por hoja hasta dejar solamente la flor.
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