Bruselas, Bélgica-. La llegada ininterrumpida de migrantes ha metido a la Unión Europea en una crisis “existencial”, tal vez la peor de su historia, provocando reflejos nacionalistas propios de otro tiempo, lamentan varios veteranos de la política europea.
Y es que la crisis pone en juego, además de las relaciones entre Estados, “cuestiones sensibles como la tolerancia y la xenofobia” ante personas venidas de otros lares. “Y en la historia europea, tenemos viejos demonios”, advierte el portugués.
Hoy en día “existe la impresión de que hay una insensibilidad increíble, que cada uno va a lo suyo, y eso es muy peligroso para la idea europea”, observa Daniel Cohn-Bendit, diputado europeo ecologista durante veinte años y líder estudiantil del mayo del 68 francés.
Según Alain Lamassoure, diputado europeo conservador desde 1989, la UE afronta su “crisis más grave” porque “por primera vez, los dirigentes nacionales no aplican las decisiones que han tomado ellos mismos en el marco de la Unión”.
El ex ministro francés pone a modo de ejemplo el plan de reparto de 160.000 refugiados en la UE. Por el momento, sólo 642 personas han sido reubicadas, y algunos países del este contestan el plan ante la justicia. Hungría incluso prevé someterlo a referéndum.
“No sólo ese plan no es aplicado por los países que votaron en contra (y que sin embargo deben aplicarlo), sino que ni siquiera lo aplican los países que votaron a favor”, destaca Lamassoure, quien ve en ello “una violación gravísima del derecho comunitario”.
La UE está igualmente dividida por la falta de grandes dirigentes, según coinciden estas figuras de la política europea.
Exceptuando a Angela Merkel, que ha practicado una política de puertas abiertas con los inmigrantes, “todos los demás se han metido en una escalada demagógica, olvidando que ante todo se trata de una tragedia humanitaria”, estima Lamassoure.
Según Cohn-Bendit, al lado de la canciller alemana, “que tiene una envergadura europea, los demás son enanos políticos”.
‘La única solución’
La crisis, “muy grave”, podría llegar a “romper el proyecto europeo”, advierte el liberal Guy Verhofstadt, ex primer ministro belga.
En los últimos meses han emergido “políticos que piensan que pueden resolverse los problemas escudándose detrás de las fronteras nacionales”, señala. Y advierte del peligroso derrumbe de la zona Schengen de libre circulación, uno de los logros más emblemáticos de la construcción europea.
“En el fondo, nos estamos dando cuenta de que la Unión es fundamentalmente una unión económica”, que puede imponer decisiones y sanciones en el ámbito económico pero es incapaz de hacerlo en temas como las migraciones, que competen a la soberanía nacional, analiza Alain Lamassoure.
“Tenemos Schengen, pero no tenemos guardias fronterizos comunes, ni política común de asilo, ni política migratoria común”, resume Guy Verhofstadt. “Para superar esto, la única solución es dar un paso adelante en la integración europea”, asevera.
“Sencillamente, es la única solución”, coincide Lamassoure, pues si los países europeos se quedan aislados, “se verán todos completamente impotentes”, incluso Alemania.
Para Daniel Cohn-Bendit, la vía para “salir del callejón sin salida” sería restaurar con energía la solidaridad europea.
“Sería necesario que Francia, Italia y otros países propongan un pacto a Merkel”, en virtud del cual “los países dispuestos a organizar la solidaridad se beneficiarían de un plan de inversión, y no sólo para los refugiados”.
Durao Barroso, pese a todo es optimista: “como siempre” en la UE, “gracias a la negociación y el compromiso habrá al final una solución común”.
AFP
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