La mayoría de las víctimas, entre ellas niños y mujeres, quedaron carbonizadas en el incendio desencadenado tras la colisión, ocurrida en el importante eje Kabul-Kandahar, precisó a la AFP el portavoz del ministerio de Salud, Ismail Kawoosi, quien advirtió de que el balance podría aumentar.
Numerosos heridos fueron llevados a los hospitales de Kandahar y de la provincia de Ghazni, donde tuvo lugar el accidente.
El gobernador de esa provincia, muy afectada por la insurrección talibán, dio cuenta en principio de 7 muertos, precisando que 72 personas que iban en el autobús habían sido hospitalizadas. Más tarde, su portavoz anunció un balance de 50 muertos.
El siniestro tuvo lugar en la carretera que une las ciudades de Kabul y Kandahar, un destacado eje que atraviesa varias zonas de insurgentes.
En estas regiones, es conocido que muchos conductores circulan de forma temeraria, superando los límites de velocidad.
“Nuestro conductor cometió un error, conducía demasiado rápido”, dijo Esmatulá, uno de los pocos pasajeros que sobrevivió al accidente, con heridas leves.
“La mayoría de los conductores de autobús fuman hachís, opio y otras drogas en la carretera. Están totalmente fuera de control”, admitió.
Las carreteras de Afganistán son conocidas por su peligrosidad y los accidentes mortales son habituales.
El pasado mayo, un minibús volcó en una carretera de la provincia de Badghis (noroeste) provocando la muerte de 18 personas.
En abril de 2013, 45 personas fallecieron en la colisión de un autobús con un camión cisterna en el sur de la provincia de Kandahar.
El Banco Mundial desbloqueó 250 millones de dólares el pasado noviembre para mejorar las carreteras que atraviesan las montañas del Hindú Kush, entre Afganistán y el noroeste de Pakistán. Se trata de importantes pasajes de circulación para el comercio que suelen estar cerrados en invierno por culpa de la nieve.
La inseguridad está aumentando en Afganistán mientras los talibanes avanzan en su insurrección contra el gobierno de Kabul, respaldado por los occidentales.
Los islamistas, que iniciaron su insurrección en 2001 a raíz de la caída del régimen, anunciaron el inicio de su “ofensiva primaveral” el pasado 12 de abril, llamada “Operación Omari” en honor al fundador de los talibanes, el Mulá Omar, cuya muerte fue anunciada el año pasado.
Numerosos heridos fueron llevados a los hospitales de Kandahar y de la provincia de Ghazni, donde tuvo lugar el accidente.
El gobernador de esa provincia, muy afectada por la insurrección talibán, dio cuenta en principio de 7 muertos, precisando que 72 personas que iban en el autobús habían sido hospitalizadas. Más tarde, su portavoz anunció un balance de 50 muertos.
El siniestro tuvo lugar en la carretera que une las ciudades de Kabul y Kandahar, un destacado eje que atraviesa varias zonas de insurgentes.
En estas regiones, es conocido que muchos conductores circulan de forma temeraria, superando los límites de velocidad.
“Nuestro conductor cometió un error, conducía demasiado rápido”, dijo Esmatulá, uno de los pocos pasajeros que sobrevivió al accidente, con heridas leves.
“La mayoría de los conductores de autobús fuman hachís, opio y otras drogas en la carretera. Están totalmente fuera de control”, admitió.
Las carreteras de Afganistán son conocidas por su peligrosidad y los accidentes mortales son habituales.
El pasado mayo, un minibús volcó en una carretera de la provincia de Badghis (noroeste) provocando la muerte de 18 personas.
En abril de 2013, 45 personas fallecieron en la colisión de un autobús con un camión cisterna en el sur de la provincia de Kandahar.
El Banco Mundial desbloqueó 250 millones de dólares el pasado noviembre para mejorar las carreteras que atraviesan las montañas del Hindú Kush, entre Afganistán y el noroeste de Pakistán. Se trata de importantes pasajes de circulación para el comercio que suelen estar cerrados en invierno por culpa de la nieve.
La inseguridad está aumentando en Afganistán mientras los talibanes avanzan en su insurrección contra el gobierno de Kabul, respaldado por los occidentales.
Los islamistas, que iniciaron su insurrección en 2001 a raíz de la caída del régimen, anunciaron el inicio de su “ofensiva primaveral” el pasado 12 de abril, llamada “Operación Omari” en honor al fundador de los talibanes, el Mulá Omar, cuya muerte fue anunciada el año pasado.
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