Muchos confían en la recuperación prometida por el presidente Mauricio Macri para el segundo semestre. Pero ¿habrá champagne, campanadas y fuegos artificiales el 30 de junio?
“¡No!”, coinciden entre los abarrotes de frutas y verduras, y también lo admite el gobierno y analistas al marcar agosto como el mes de las primeras señales positivas.
“El año empezó con cierta baja pero desde hace un mes y medio la caída ha sido brutal. No hay plata en la calle”, afirma Daniel Ponce, verdulero de 38 años, que alquila por semana un puesto de frutas y verduras para mayoristas en el Mercado Central de Buenos Aires, cerca del aeropuerto internacional de Ezeiza.
Ponce, al igual que los otros colegas de los 52 puestos de ese pabellón que ofrecen sus mercancías a dueños de restaurantes, verduleros de la capital o pequeños comercios, señalan caídas del 40% o más de las ventas.
A duras penas pagan el alquiler. “En mi caso son 5.000 pesos semanales (unos 340 dólares) y me está costando llegar”, dijo a la AFP.
En la cafetería de Diego Pelegri, casi no hay movimiento y abrió a las 3 de la mañana. Es dueño de dos sitios para dar de comer adentro de la gran feria de 12 pabellones para mayoristas.
“Cayó mucho la actividad, hasta marzo hubo más gente”, dice recostado en el vacío mostrador y con la máquina del café casi apagada a la hora del desayuno.
Pero Pelegri, como la mayoría de vendedores, tiene fe en que después “del segundo semestre mejorará. Es lo que dice el gobierno. Hay que creerle”, apunta.
Entre los clientes hay menos confiados con los buenos pronósticos de Macri para el corto plazo.
Ventas cuando hay tarjetas
En algunas verdulerías y carnicerías de Buenos Aires han empezado a vender en cuotas con el uso de tarjetas de crédito, pero en el Mercado Central, con precios de hasta 60% menos que la capital, todo se paga en efectivo.
“Por eso no vendemos, no hay plata y el que tiene no la gasta”, lamenta María del Carmen Laudario, que a sus 69 años está cumpliendo 30 al frente de una tienda de accesorios para fiestas en el mercado.
Mercedes González, una profesora de danza que compra algunas verduras por unidad, agrega: “Yo no veo que esto tenga salida rápida, está costando mucho llegar a fin de mes”.
La inflación acumulada en 2016 ronda el 20% en Argentina, donde desde marzo aplican ajustes a las tarifas de luz, agua y gas de entre 300 y 900%, la industria se contrajo 2,1% con respecto al año pasado, según consultoras privadas.
“¿Pedir peras al olmo?”
En la cadena de trabajadores del mercado, los más golpeados son los “changarines”, término usado en Argentina para los hombres que ayudan a transportar la carga del mercado a los vehículos de los clientes.
“Mis amigos dicen que esperar que Macri mejore esto en dos meses es ‘pedir peras al olmo’, pero las hemos pasado fea en Argentina”, dijo Jesús Montenegro, que a sus 54 años lleva más de tres décadas como “changarín” del Mercado Central.
“Después de agosto mejora”, sostiene guiñando un ojo a sus compañeros, que hasta marzo cargaban unos 1.800 bultos por día y ahora “con suerte 800”.
Macri reiteró hace unas semanas que “la inflación va a bajar drásticamente en el segundo semestre” y aunque discrepa con que exista una ola de despidos, reconoció que la economía está estancada.
“Entiendo el dolor de la gente. Estamos recibiendo una corriente de inversión que va a generar trabajo”, prometió el presidente.
Romina, una mujer profesional de unos 40 años, que no quiere dar su apellido, sostiene que el gobierno está subestimando el golpe al bolsillo que ha significado para el trabajador medio sus primeras medidas.
“Aquí apenas estoy pudiendo comprar lo justo para la semana y vine al mercado más barato… esto será largo y duro”, suspiró Romina antes de pedir cinco tomates en su primera vez en el Mercado Central.
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