Los desafíos que plantea Rusia en el este de Ucrania obligan a acelerar la estrategia aliada.
Bruselas.- Con la certeza de enfrentarse a un escenario de seguridad muy diferente al de los últimos 25 años, el secretario general de la Alianza Atlántica, Jens Stoltenberg, puso fecha a la fuerza de acción inmediata con la que pretende abordar los nuevos desafíos.
Los aliados contarán a principios de 2015 con una brigada formada por unos cuantro mil soldados con capacidad para desplegarse en cualquier punto conflictivo en pocos días. Esa aceleración de la estrategia obedece “a los retos que impone Rusia”, admitieron los ministros aliados de Exteriores en un comunicado.
Un año después de que estallaran las primeras protestas en Ucrania, la organización político-militar perfila una fuerza que revoluciona el ritmo más pausado que ha caracterizado a la organización hasta ahora. Aunque la fuerza de respuesta inmediata sólo tendrá carácter permanente en 2016, el año próximo ya habrá un proyecto interino liderado por Alemania, Holanda y Noruega. Esos países aprovecharán la disponibilidad que de todas formas deberían tener sus tropas, como parte del ejercicio rotatorio que ya prevé una cierta acción rápida de la OTAN, con algunos avances sobre lo ya previsto.
Cuando la fuerza se convierta en permanente, dispondrá de cuarteles y equipos fijos desplegados previsiblemente en el este de Europa, la zona más expuesta ante una potencial agresión rusa. Habrá fuerzas terrestres, marítimas y aéreas, según explica un alto cargo de la OTAN. “Deberá ser capaz de hacer frente a cualquier amenaza y responder rápidamente”, describió Stoltenberg, que presidía su primera reunión de ministros desde que asumió el cargo, el pasado octubre.
Los ministros acordaron también mantener el refuerzo que han brindado en estos últimos meses al este, con unidades navales y aéreas de los aliados que en la práctica suplen la falta de bases permanentes en esa región. Los detalles de la nueva fuerza aliada se ratificarán a principios de febrero. Pero falta por precisar la financiación. “No podemos tener una seguridad barata para el siglo XXI. Todos los países tienen que incrementar el gasto militar”, advirtió ante la prensa el secretario de Estado estadounidense, John Kerry.
Los aliados pusieron también en marcha cinco fondos para financiar necesidades del sector de la defensa en Ucrania. Varios Estados y la OTAN han comprometido algo menos de 10 millones de euros, según fuentes de la organización, que subrayan que estas aportaciones irán creciendo.
Más allá de tratar los desafíos del este, la OTAN acogió a los nuevos líderes afganos, el presidente Asraf Ghani, y el jefe del Gobierno, Abdulá Abdulá, que escenificaron el nuevo episodio de la historia de Afganistán. Antes de partir a Londres, donde asistirán a una conferencia de donantes, mostraron su unidad tras el acuerdo firmado entre ambos en septiembre y sus planes para buscar la paz y revitalizar el país, que afrontará una difícil situación con la salida de las tropas de la OTAN este mes.
“Nos comprometemos a poner en marcha todas las reformas necesarias para buscar la prosperidad y asegurar la estabilidad de nuestro pueblo”, dijo Ghani. La Alianza arrancará en enero una nueva misión de apoyo —no de combate— a Afganistán que dispondrá de 12.000 soldados, en su mayoría estadounidenses. “Nosotros no podemos hacerlo solos”, añadió el presidente afgano.
EL PAÍS
Un año después de que estallaran las primeras protestas en Ucrania, la organización político-militar perfila una fuerza que revoluciona el ritmo más pausado que ha caracterizado a la organización hasta ahora. Aunque la fuerza de respuesta inmediata sólo tendrá carácter permanente en 2016, el año próximo ya habrá un proyecto interino liderado por Alemania, Holanda y Noruega. Esos países aprovecharán la disponibilidad que de todas formas deberían tener sus tropas, como parte del ejercicio rotatorio que ya prevé una cierta acción rápida de la OTAN, con algunos avances sobre lo ya previsto.
Cuando la fuerza se convierta en permanente, dispondrá de cuarteles y equipos fijos desplegados previsiblemente en el este de Europa, la zona más expuesta ante una potencial agresión rusa. Habrá fuerzas terrestres, marítimas y aéreas, según explica un alto cargo de la OTAN. “Deberá ser capaz de hacer frente a cualquier amenaza y responder rápidamente”, describió Stoltenberg, que presidía su primera reunión de ministros desde que asumió el cargo, el pasado octubre.
Los ministros acordaron también mantener el refuerzo que han brindado en estos últimos meses al este, con unidades navales y aéreas de los aliados que en la práctica suplen la falta de bases permanentes en esa región. Los detalles de la nueva fuerza aliada se ratificarán a principios de febrero. Pero falta por precisar la financiación. “No podemos tener una seguridad barata para el siglo XXI. Todos los países tienen que incrementar el gasto militar”, advirtió ante la prensa el secretario de Estado estadounidense, John Kerry.
Los aliados pusieron también en marcha cinco fondos para financiar necesidades del sector de la defensa en Ucrania. Varios Estados y la OTAN han comprometido algo menos de 10 millones de euros, según fuentes de la organización, que subrayan que estas aportaciones irán creciendo.
Más allá de tratar los desafíos del este, la OTAN acogió a los nuevos líderes afganos, el presidente Asraf Ghani, y el jefe del Gobierno, Abdulá Abdulá, que escenificaron el nuevo episodio de la historia de Afganistán. Antes de partir a Londres, donde asistirán a una conferencia de donantes, mostraron su unidad tras el acuerdo firmado entre ambos en septiembre y sus planes para buscar la paz y revitalizar el país, que afrontará una difícil situación con la salida de las tropas de la OTAN este mes.
“Nos comprometemos a poner en marcha todas las reformas necesarias para buscar la prosperidad y asegurar la estabilidad de nuestro pueblo”, dijo Ghani. La Alianza arrancará en enero una nueva misión de apoyo —no de combate— a Afganistán que dispondrá de 12.000 soldados, en su mayoría estadounidenses. “Nosotros no podemos hacerlo solos”, añadió el presidente afgano.
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