Maluf, en la política desde los años 60, asegura que él nunca dijo eso, que se lo inventaron interesadamente sus enemigos de la oposición. De quién fuera la frase es lo de menos: el diputado Maluf, condenado a tres años de cárcel por lavado de dinero en Francia, perseguido por la Interpol por el mismo delito, sin poder salir de Brasil por temor a acabar en una cárcel extranjera, fue uno de los parlamentarios que votó el domingo 17 de abril a favor del proceso de destitución de Dilma Rousseff.
Más allá del sentido de su voto, Maluf, del Partido Progresista (PP), de centro derecha, personifica el mal que corroe al Parlamento brasileño: la escasa estatura moral de muchos de sus integrantes. El 53,7% de los 513 diputados de la Cámara de Representantes brasileña tiene o ha tenido cuentas pendientes con la justicia, según la organización Transparência Brasil, que se encarga de llevar un informe pormenorizado y actualizado de este asunto. En concreto, 273 parlamentarios, según publica el País.
El personaje político más detestado por los brasileños no es la presidenta Dilma Rousseff. Es, precisamente, el presidente de este Congreso, el polémico Eduardo Cunha. El 94% de los partidarios de Rousseff está en contra de él; El 84% de los que quieren que la presidenta se vaya, también. Cunha, religioso evangélico, está acusado de regentar cuentas millonarias en Suiza engordadas a base de sobornos de Petrobras. Un informe de la Fiscalía hecho público hace meses mostraba los obscenos gastos (6.000 dólares por una noche de hotel en Dubai, entre otras cosas) del parlamentario y su familia durante unas vacaciones de Navidad. En las redes sociales de Brasil vuela ahora, con toda la carga de ironía y de amargura, la frase con la que Cunha dio inicio a la histórica sesión de la votación del impeachement: “Que Dios tenga misericordia de este país”.
Senado, con 55,6% de políticos con casos judiciales
El Senado brasileño, que, a juzgar por los votos que ya se airean en la prensa confirmará la apertura del proceso en mayo, mantiene la misma impactante tasa de políticos involucrados en casos judiciales: el 55,6%. El más famoso es Delcidio de Amaral, ex portavoz del Partido de los Trabajadores (PT). El mismo presidente del Senado, Renan Calheiros, del PMDB, es investigado en 9 piezas distintas del mismo caso de la petrolera.
La diputada Raquel Muniz recordó, en el momento de su voto, a su marido, el alcalde de Montes Claros, en Minas Gerais: “Mi voto favorable es para decir que Brasil tiene salida y el alcalde de Montes Claros nos lo demuestra a todos con su labor”. Al día siguiente, el alcalde (el marido) fue detenido acusado de torpedear la marcha de un hospital público a favor de otro privado gestionado por parientes suyos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario