“Acuerdos ya”, gritaban los manifestantes durante esta “Marcha de las flores”, reclamando una salida a la crisis suscitada por el rechazo en el plebiscito del 2 de octubre del pacto suscrito entre el gobierno de Juan Manuel Santos y la guerrilla de las Farc.
A cada lado del cortejo, que se extendía a lo largo de varios kilómetros hasta la plaza Bolívar, en el corazón de la capital, miles de personas formaron un cordón de honor para ofrecer flores a los indígenas y a las víctimas del conflicto que desfilaban.
Entre ellos figuraba una joven que portaba una gigantesca foto de su hermano, Alex Ortega, desaparecido hace seis años, al igual que otros 45.000 colombianos desde el comienzo de esta guerra fratricida en la década de 1960, que dejó además más de 260.000 muertos y 6,9 millones de desplazados.
“Fue secuestrado por cinco personas. Durante un año recibimos pedidos de rescate, y luego más nada”, dijo a la AFP Daisy Ortega, de 29 años, que ignora aún por qué su hermano mayor fue secuestrado mientras trabajaba en la granja de su familia, pequeños campesinos de la localidad de Mocoa, en el Putumayo, una de las regiones más afectadas por el conflicto.
“Necesitamos paz”
No muy lejos de Daisy, Icha Blanca, de 65 años, vestida con un colorido poncho y un sombrero de paja, tocaba suavemente un tambor tradicional que le colgaba del cuello.
“Tenemos que marchar juntos porque todos necesitamos paz”, declara esta mujer de la etnia Muisca, originaria del territorio de Bacata, el nombre de Bogotá en lengua indígena.
Estudiantes de diferentes universidades de Bogotá reunieron más de 23.000 flores donadas por horticultores y particulares, mientras otras miles eran vendidas en las calles a los manifestantes.
“Venimos movilizándonos para demostrarle al país que aquellos que perdimos el referendo por un margen mínimo, ese 49%, también estamos presentes, que los acuerdos que se firmaron en Cartagena son legítimos y que nosotros, la juventud, los estudiantes, creemos en esos acuerdos y queremos que se implementen”, dijo uno de los organizadores de la marcha, Santiago Amaya.
“La abstención en este país es gigantesca, sobretodo entre los jóvenes, por falta de cultura política”, lamentó este joven de 24 años que acaba de diplomarse en ciencias políticas.
Más de 62%, un récord, de los colombianos se abstuvieron de participar en el referendo del 2 de octubre, en el que el “No” obtuvo, de manera sorpresiva el 50,2% de los votos.
Al convocar al referendo, no obligatorio, el presidente Juan Manuel Santos pretendía dotar de una amplia legitimidad al acuerdo de paz firmado unos días antes con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc) en Cartagena de Indias.
Una movilización “espectacular”
¡”Es espectacular! Cuando decidimos hacer esa marcha por la paz el 12 de octubre, no pensábamos que iba a venir tanta gente!”, exclamaba Jesús David Calmabas, 29 años, de la etnia Nasa, representante de la reserva de Huella Caloto, en la región del Norte del Cauca (oeste) en la Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC).
Mientras el final de la manifestación no había llegado aún a la Plaza Bolívar, en el cercano palacio presidencial, Santos, flamante premio Nóbel de la Paz, continuaba sus reuniones con representantes de distintos sectores de la sociedad, que inició tras la derrota del “Sí” en el plebiscito.
“La gran mayoría me ha pedido que encontremos una solución rápida porque la incertidumbre es enemiga del proceso”, dijo Santos durante un discurso televisado. “La paz nos debe unir”, advirtió.
No muy lejos de Daisy, Icha Blanca, de 65 años, vestida con un colorido poncho y un sombrero de paja, tocaba suavemente un tambor tradicional que le colgaba del cuello.
“Tenemos que marchar juntos porque todos necesitamos paz”, declara esta mujer de la etnia Muisca, originaria del territorio de Bacata, el nombre de Bogotá en lengua indígena.
Estudiantes de diferentes universidades de Bogotá reunieron más de 23.000 flores donadas por horticultores y particulares, mientras otras miles eran vendidas en las calles a los manifestantes.
“Venimos movilizándonos para demostrarle al país que aquellos que perdimos el referendo por un margen mínimo, ese 49%, también estamos presentes, que los acuerdos que se firmaron en Cartagena son legítimos y que nosotros, la juventud, los estudiantes, creemos en esos acuerdos y queremos que se implementen”, dijo uno de los organizadores de la marcha, Santiago Amaya.
“La abstención en este país es gigantesca, sobretodo entre los jóvenes, por falta de cultura política”, lamentó este joven de 24 años que acaba de diplomarse en ciencias políticas.
Más de 62%, un récord, de los colombianos se abstuvieron de participar en el referendo del 2 de octubre, en el que el “No” obtuvo, de manera sorpresiva el 50,2% de los votos.
Al convocar al referendo, no obligatorio, el presidente Juan Manuel Santos pretendía dotar de una amplia legitimidad al acuerdo de paz firmado unos días antes con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc) en Cartagena de Indias.
Una movilización “espectacular”
¡”Es espectacular! Cuando decidimos hacer esa marcha por la paz el 12 de octubre, no pensábamos que iba a venir tanta gente!”, exclamaba Jesús David Calmabas, 29 años, de la etnia Nasa, representante de la reserva de Huella Caloto, en la región del Norte del Cauca (oeste) en la Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC).
Mientras el final de la manifestación no había llegado aún a la Plaza Bolívar, en el cercano palacio presidencial, Santos, flamante premio Nóbel de la Paz, continuaba sus reuniones con representantes de distintos sectores de la sociedad, que inició tras la derrota del “Sí” en el plebiscito.
“La gran mayoría me ha pedido que encontremos una solución rápida porque la incertidumbre es enemiga del proceso”, dijo Santos durante un discurso televisado. “La paz nos debe unir”, advirtió.
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