Bergoglio relató que "en Buenos Aires recibía cartas de personas homosexuales que son verdaderos 'heridos sociales', porque me dicen que sienten que la Iglesia siempre los ha condenado. Pero la Iglesia no quiere hacer eso". La nueva postura del exArzobispo porteño contrasta con sus dichos durante el tratamiento del matrimonio igualitario en el Congreso, cuando llamó a una "guerra de Dios" contra la iniciativa.
El papa hizo también referencia a sus declaraciones sobre los homosexuales durante el vuelo que lo llevó de regreso a Roma desde Río de Janeiro, cuando dijo: "Si una persona es gay, busca al Señor y tiene buena voluntad... ¿Quien soy yo para juzgarla?". Explicó que "al decir esto he dicho lo que dice el Catecismo. La religión tiene derecho de expresar sus propias opiniones al servicio de las personas, pero Dios en la creación nos ha hecho libres: no es posible una injerencia espiritual en la vida personal".
"Una vez una persona, para provocarme, me preguntó si yo aprobaba la homosexualidad. Yo entonces le respondí con otra pregunta: 'Dime, cuando Dios mira a una persona homosexual, ¿aprueba su existencia con afecto o la rechaza y la condena?'. Hay que tener siempre en cuenta a la persona. Y aquí entramos en el misterio del ser humano. Hay que acompañar con misericordia", continuó. Llamó a buscar "un nuevo equilibrio" porque "de otra manera el edificio moral de la Iglesia corre peligro de caer como un castillo de naipes, de perder la frescura y el perfume del Evangelio".
Francisco agregó que el confesionario "no es una sala de tortura, sino aquel lugar de misericordia en el que el Señor nos empuja a hacer lo mejor que podamos". Citó como ejemplo el caso de una mujer que abortó y decide confesarse y dijo que ve a la Iglesia más bien como "un hospital de campaña tras una batalla".
En otro tramo de la extensa entrevista, Bergoglio recordó sus años como superior de la Compañía de Jesús en la Argentina y afirmó que nunca fue "de derechas". "En mi experiencia de Superior de la Compañía, si soy sincero, no siempre me he comportado así, haciendo las consultas necesarias. Me encontré ya Provincial cuando todavía era muy joven. Tenía 36 años: una locura. Había que afrontar situaciones difíciles, y yo tomaba mis decisiones de forma brusca y personalista", relató.
En ese contexto, recordó que "corrían tiempos difíciles para la Compañía: había desaparecido una generación entera de jesuitas". En cuanto a su forma de actuar dentro de la Compañía, Bergoglio reconoció que su "forma autoritaria y rápida de tomar decisiones" lo llevó a tener "serios problemas y a que me acusaran de ser ultraconservador".
"Viví un tiempo de gran crisis interior cuando estaba en Córdoba. Eso, no he sido como la Beata Imelda, pero nunca he sido de derechas. Fue mi manera autoritaria de tomar decisiones lo que creó problemas", insistió.
Fuente: pagina12.com.ar
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