“Estamos en estado de shock”, le dijo a AFP Henke Pistorius, el padre del velocista, al conocer que su hijo estaba pasando un examen médico que debía dictaminar si tenía restos biológicos de la víctima bajo las uñas o si había consumido alcohol o drogas; que pasaría la noche entre rejas; y que la fiscalía, vistos los disparos en la cabeza y una mano de la víctima, iba a oponerse a que los tribunales le ofrecieran al atleta la posibilidad de evitar la cárcel pagando una fianza. Para entonces, una pistola de calibre nueve milímetros registrada bajo el nombre de Pistorius había segado la vida de su pareja y la idílica imagen de Blade Runner, el velocista de las cuchillas de fibra de carbono.
“Nos sentimos devastados”, le contó entre lágrimas a Reuters Sarita Tomlinson, agente de la asesinada. “Nadie sabe qué ha pasado. Tenían una buena relación”, añadió sobre la unión de Steenkamp y Pistorius, un hombre obsesionado con la seguridad, residente en una urbanización con guardias y cámaras, y dueño, solo en el estrecho margen de su habitación, de un revolver, una metralleta, un bate de críquet y otro de béisbol, según descripción del periodista del Mail Online que le visitó en 2011. Precisamente por eso, los medios locales especularon con la posibilidad de que hubiera confundido a su pareja con un ladrón.
Aupado por su sonrisa y una carrera rebosante de dificultades superadas —los médicos le amputaron ambas piernas a la altura de las rodillas a los 11 meses; luego ganó ocho medallas paralímpicas y consiguió la mínima para correr en los Juegos de Londres 2012, con una estimable mejor marca de 45,07s en 400m— la relación que unía a Pistorius con Steenkamp parecía como salida de un cuento de hadas. El pasado fin de semana, por ejemplo, la modelo describía a su presunto asesino como un hombre de gusto “impecable” en el Sunday Independent. “Sus regalos tienen siempre mucha intención”, explicaba. Nada indicaba que la relación atravesara un bache. “¿Qué tenéis bajo la manga para vuestro amor mañana?”, tuiteó la víctima la víspera de San Valentín.
Aupado por su sonrisa y una carrera rebosante de dificultades superadas —los médicos le amputaron ambas piernas a la altura de las rodillas a los 11 meses; luego ganó ocho medallas paralímpicas y consiguió la mínima para correr en los Juegos de Londres 2012, con una estimable mejor marca de 45,07s en 400m— la relación que unía a Pistorius con Steenkamp parecía como salida de un cuento de hadas. El pasado fin de semana, por ejemplo, la modelo describía a su presunto asesino como un hombre de gusto “impecable” en el Sunday Independent. “Sus regalos tienen siempre mucha intención”, explicaba. Nada indicaba que la relación atravesara un bache. “¿Qué tenéis bajo la manga para vuestro amor mañana?”, tuiteó la víctima la víspera de San Valentín.
La realidad, sin embargo, era mucho más compleja. La policía confirmó que había tenido conocimiento de incidentes domésticos previos protagonizados por el velocista, joven de éxito que siempre tenía una mesa de privilegio en las mejores fiestas, galas y ceremonias del país, un habitual de las alfombras rojas. Según The Star, el pasado verano, cuando Pistorius volvió de los Juegos de Londres, descubrió que la modelo había iniciado una relación con el productor televisivo Quinton van der Burgh. El velocista habría reaccionado amenazando a este con romperle las piernas, siempre según el medio de comunicación sudafricano. Tampoco era la primera vez que Pistorius, cazador, amante de las armas y practicante del tiro en las noches de insomnio, se desenvolvía en su hogar como si estuviera en plena guerra. “Nada como llegar a casa, escuchar la lavadora encendida, pensar que es un intruso y entrar en la cocina en modo de reconocimiento total para el combate”, tuiteó el 27 de noviembre.
Los patrocinadores reaccionaron con espanto. Por las carreteras sudafricanas se pudo ver a lo largo del día de ayer a grupos de operarios escalando para desmontar las vallas publicitarias con la imagen del atleta. Al menos una televisión suspendió una campaña en la que él era el protagonista. Así, su imperio económico, que le proporciona unos dos millones de dólares anuales (casi un millón y medio de euros), empezó a tambalearse. “Está bien, pero en un estado muy emotivo”, se limitó a decir sobre Pistorius Kenny Oldwage, su abogado. El viernes, en un juzgado, Blade Runner tiene cita para dar su versión de los hechos.
Fuente: El país
Los patrocinadores reaccionaron con espanto. Por las carreteras sudafricanas se pudo ver a lo largo del día de ayer a grupos de operarios escalando para desmontar las vallas publicitarias con la imagen del atleta. Al menos una televisión suspendió una campaña en la que él era el protagonista. Así, su imperio económico, que le proporciona unos dos millones de dólares anuales (casi un millón y medio de euros), empezó a tambalearse. “Está bien, pero en un estado muy emotivo”, se limitó a decir sobre Pistorius Kenny Oldwage, su abogado. El viernes, en un juzgado, Blade Runner tiene cita para dar su versión de los hechos.
Fuente: El país
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