La Policía Civil investiga cuantas muertes provocó pero su abogado asegura que su cliente nunca practicó ningún acto ilegal y que la acusación es obra de una confusión.
Una enfermera que trabaja desde hace dos años en la Unidad de Terapia Intensiva dijo que la vio anticipar la muerte de los pacientes para tener más lugar.
Su propio marido, Nelson Mozachi, fue jefe de la misma unidad y ella lo sustituyó en 2006 cuando él murió en condiciones no muy claras.
La enfermera dijo que todo mundo sabe en el hospital que su marido, con cáncer terminal, tuvo una muerte anticipada porque le redujeron los parámetros del respirador al mínimo y le aplicaron sedantes muy potentes como sentanil, ketalar y propofol.
Se cree que no actuaba movida por intereses financieros, sino por convicción, y que a pesar de hacer hasta lo imposible por salvar a quienes, según ella, tenían más posibilidades de vivir, ayudaba a morir a quienes estaban en etapa terminal.
La persona que la denunció dijo que muchos de sus compañeros sabían lo que hacía pero no se atrevían a revelarlo a las autoridades.
"Ella era la jefe y tenía mucho poder en el hospital para transferir empleados, cambiar equipo y nadie quería exponerse. Daba órdenes y los enfermeros y técnicos tenían que cumplir. Ellos cumplían lo que estaba determinado, aun sabiendo las consecuencias", afirmó.
Fuente: noticierostelevisa.esmas.com
Una enfermera que trabaja desde hace dos años en la Unidad de Terapia Intensiva dijo que la vio anticipar la muerte de los pacientes para tener más lugar.
Su propio marido, Nelson Mozachi, fue jefe de la misma unidad y ella lo sustituyó en 2006 cuando él murió en condiciones no muy claras.
La enfermera dijo que todo mundo sabe en el hospital que su marido, con cáncer terminal, tuvo una muerte anticipada porque le redujeron los parámetros del respirador al mínimo y le aplicaron sedantes muy potentes como sentanil, ketalar y propofol.
Se cree que no actuaba movida por intereses financieros, sino por convicción, y que a pesar de hacer hasta lo imposible por salvar a quienes, según ella, tenían más posibilidades de vivir, ayudaba a morir a quienes estaban en etapa terminal.
La persona que la denunció dijo que muchos de sus compañeros sabían lo que hacía pero no se atrevían a revelarlo a las autoridades.
"Ella era la jefe y tenía mucho poder en el hospital para transferir empleados, cambiar equipo y nadie quería exponerse. Daba órdenes y los enfermeros y técnicos tenían que cumplir. Ellos cumplían lo que estaba determinado, aun sabiendo las consecuencias", afirmó.
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