- Las partes volverán a reunirse el próximo 18 de noviembre para debatir sobre las drogas
El Gobierno colombiano y las FARC anunciaron ayer a bombo y platillo en La Habana que habían llegado a «un acuerdo sobre el segundo punto de la agenda», el que allana el camino para el futuro político de la guerrilla. Era la noticia que esperaba el presidente colombiano, Juan Manuel Santos, para oficializar que aspira a quedarse otros cuatro años en el Gobierno, tras meses de críticas y con su popularidad en horas bajas.
Este acuerdo permitiría a la guerrilla colombiana participar en política después de dejar las armas y una vez que se haya firmado elacuerdo de paz. El pacto, según explicó Humberto de la Calle, jefe del equipo negociador de Colombia, prevé la creación de un estatuto que dé garantías para la aparición de nuevos movimientos políticos opositores, entre los que debe estar el que surja de la desmovilización de las FARC.
Además, el acuerdo prevé la creación de «circunscripciones especiales» durante «un periodo de transición» tras la firma del eventual acuerdo de paz. De este modo, miembros de las FARC de distintas regiones del país podrían ocupar escaños en la Cámara de Representantes colombiana.
Abandono de las armas
Sin embargo, las decisiones específicas para que la guerrilla se convierta en un partido político legal serán tratadas por las partes más adelante, cuando debatan el punto sobre el abandono de las armas y la reincorporación a la vida civil y política de las FARC, según puntualizó De la Calle. El equipo negociador volverá a sentarse en La Habana a partir del próximo 18 de noviembre.
«Lo que hicimos en este acuerdo el Gobierno y las FARC fue convenirun mecanismo legítimo con participación de las organizaciones políticas nacionales para que en ese espacio se le dé vida al estatuto para la oposición», añadió De La Calle.
Si finalmente las FARC avanzan por el camino de la paz, el proceso negociador concluye con éxito y llegan a la política, el Ejecutivo se verá obligado a adoptar medidas especiales que garanticen y promuevan una cultura de reconciliación, convivencia y tolerancia porque serán muchos los colombianos que se sentirán traicionados al ver a la guerrilla en las instituciones democráticas. «Es un avance histórico», precisaron ayer, sin embargo, algunos sectores políticos, mientras que otros consideraban que no se había dado ningún paso hacia la consecución de la paz. «Ese acuerdo es vago como el primer punto porque no existe ningún avance concreto», señalaba Alfredo Rangel, experto en seguridad en Colombia.
Reelección presidencial
En realidad, Santos se la ha jugado y ha terminado teniendo suerte. Las FARC le han seguido y han entendido su afán por avanzar hacia el camino de la paz, después de un año de negociar sin resultados concretos y con su popularidad por los suelos. Y justo, ahora, cuando aspiraba a hablar de su reelección presidencial llega el esperado acuerdo.
No obstante, todavía quedan muchos puntos por discutir y no está claro que los compromisos se vayan a alcanzar fácilmente, teniendo en cuenta lo complicado que ha resultado hasta ahora. Las negociaciones llevaban estancadas desde hace semanas por diferencias en torno al segundo de cinco temas acordados en la agenda de paz. Ambas partes alcanzaron a finales de mayo un primer acuerdo en el primer punto, referente al desarrollo agrario.
Sin duda, las fotografías de los negociadores de las FARC Iván Márquez, Tanja, y Jesús Santrich tomando el sol en un yate mientras disfrutaban de unas vacaciones en las playas cubanas no han servido para calmar los ánimos en una opinión pública que desconfía de que estas conversaciones lleguen a buen puerto.
Satisfacción por el acuerdo
Inmune a las críticas, Márquez, mostró su satisfacción por el acuerdo alcanzado. «Es quizá uno de los logros más importantes», dijo. «Es hora de convocar a todos los partidos políticos y a los portavoces de las organizaciones sociales para que elaboren unas directrices que nos permitan por fin tener un estatuto para la oposición política».
El anuncio del acuerdo produjo una fuerte división en el país. Mientras algunos alababan el compromiso alcanzado y y ya hablaban de cómo organizar la transición después de que la guerrilla abandone las armas; otros preferían esperar a conocer los detalles concretos del pacto antes de pronunciarse, aunque confiaban en que Santos, en su afán por la reelección, no hubiera firmado cualquier cosa con las FARC de la que luego pudiera arrepentirse.
Los negociadores del Gobierno y las FARCcerraron ayer el decimosexto ciclo de conversaciones en La Habana con un acuerdo sobre participación política. Las partes se verán de nuevo el 18 de noviembre para tratar de buscar «alguna solución al problema de las drogas ilícitas».
Fuente: elmundo.es
Este acuerdo permitiría a la guerrilla colombiana participar en política después de dejar las armas y una vez que se haya firmado elacuerdo de paz. El pacto, según explicó Humberto de la Calle, jefe del equipo negociador de Colombia, prevé la creación de un estatuto que dé garantías para la aparición de nuevos movimientos políticos opositores, entre los que debe estar el que surja de la desmovilización de las FARC.
Además, el acuerdo prevé la creación de «circunscripciones especiales» durante «un periodo de transición» tras la firma del eventual acuerdo de paz. De este modo, miembros de las FARC de distintas regiones del país podrían ocupar escaños en la Cámara de Representantes colombiana.
Abandono de las armas
Sin embargo, las decisiones específicas para que la guerrilla se convierta en un partido político legal serán tratadas por las partes más adelante, cuando debatan el punto sobre el abandono de las armas y la reincorporación a la vida civil y política de las FARC, según puntualizó De la Calle. El equipo negociador volverá a sentarse en La Habana a partir del próximo 18 de noviembre.
«Lo que hicimos en este acuerdo el Gobierno y las FARC fue convenirun mecanismo legítimo con participación de las organizaciones políticas nacionales para que en ese espacio se le dé vida al estatuto para la oposición», añadió De La Calle.
Si finalmente las FARC avanzan por el camino de la paz, el proceso negociador concluye con éxito y llegan a la política, el Ejecutivo se verá obligado a adoptar medidas especiales que garanticen y promuevan una cultura de reconciliación, convivencia y tolerancia porque serán muchos los colombianos que se sentirán traicionados al ver a la guerrilla en las instituciones democráticas. «Es un avance histórico», precisaron ayer, sin embargo, algunos sectores políticos, mientras que otros consideraban que no se había dado ningún paso hacia la consecución de la paz. «Ese acuerdo es vago como el primer punto porque no existe ningún avance concreto», señalaba Alfredo Rangel, experto en seguridad en Colombia.
Reelección presidencial
En realidad, Santos se la ha jugado y ha terminado teniendo suerte. Las FARC le han seguido y han entendido su afán por avanzar hacia el camino de la paz, después de un año de negociar sin resultados concretos y con su popularidad por los suelos. Y justo, ahora, cuando aspiraba a hablar de su reelección presidencial llega el esperado acuerdo.
No obstante, todavía quedan muchos puntos por discutir y no está claro que los compromisos se vayan a alcanzar fácilmente, teniendo en cuenta lo complicado que ha resultado hasta ahora. Las negociaciones llevaban estancadas desde hace semanas por diferencias en torno al segundo de cinco temas acordados en la agenda de paz. Ambas partes alcanzaron a finales de mayo un primer acuerdo en el primer punto, referente al desarrollo agrario.
Sin duda, las fotografías de los negociadores de las FARC Iván Márquez, Tanja, y Jesús Santrich tomando el sol en un yate mientras disfrutaban de unas vacaciones en las playas cubanas no han servido para calmar los ánimos en una opinión pública que desconfía de que estas conversaciones lleguen a buen puerto.
Satisfacción por el acuerdo
Inmune a las críticas, Márquez, mostró su satisfacción por el acuerdo alcanzado. «Es quizá uno de los logros más importantes», dijo. «Es hora de convocar a todos los partidos políticos y a los portavoces de las organizaciones sociales para que elaboren unas directrices que nos permitan por fin tener un estatuto para la oposición política».
El anuncio del acuerdo produjo una fuerte división en el país. Mientras algunos alababan el compromiso alcanzado y y ya hablaban de cómo organizar la transición después de que la guerrilla abandone las armas; otros preferían esperar a conocer los detalles concretos del pacto antes de pronunciarse, aunque confiaban en que Santos, en su afán por la reelección, no hubiera firmado cualquier cosa con las FARC de la que luego pudiera arrepentirse.
Los negociadores del Gobierno y las FARCcerraron ayer el decimosexto ciclo de conversaciones en La Habana con un acuerdo sobre participación política. Las partes se verán de nuevo el 18 de noviembre para tratar de buscar «alguna solución al problema de las drogas ilícitas».
Fuente: elmundo.es
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