COLUMBUS JUNCTION, Iowa, EE.UU. -- El primer estudiante birmano llegó a la escuela primaria de Columbus Junction hace tres años, un niño sonriente cuyo padre estaba muy pendiente de sus progresos.
La escuela Wilma Sime Roundy Elementary School estaba acostumbrada a lidiar con hijos de mexicanos, hondureños y salvadoreños que trabajaban en la planta procesadora de carne de cerdo de Tyson Foods que se encuentra en las afueras de esta ciudad de 2.000 habitantes. Pero un día, relata el director de la escuela Shane Rosenberg, Tyson les informó que se venía un nuevo grupo de trabajadores, birmanos de la minoría étnica cristiana chin que huyeron de su tierra en Mianmar para evitar persecuciones.
Al principio eran un puñado, luego empezaron a llegar de a decenas. Frustrados maestros no podían comunicarse y a menudo tenían que llamar al pastor de la iglesia chin para que hiciese de intérprete. Rosenberg contrató a un chin para que tradujese el lenguaje hakha. E invitó los padres de los estudiantes a una ceremonia de bienvenida y a que visitasen la escuela.
"Fue un momento especial, ver las oportunidades que sus hijos tendrían en esta escuela", comentó.
En total, unos 400 refugiados llegaron a esta ciudad y cada semana vienen más, atraídos por parientes y amigos, para realizar extenuantes trabajos en Tyson. Igual que con otras olas de inmigrantes, esta región empobrecida y escasamente poblada del sudeste de Iowa les ofrece la promesa de trabajos y buenas escuelas.
Como ha sucedido con otras olas de inmigrantes, ha habido algunos tropiezos.
"Teníamos mucha experiencia con las culturas hispanas, pero estos birmanos son algo totalmente nuevo. No hay nadie aquí que sea experto en esa región o que conozca su idioma. Toda esta transición ha sido interesante", declaró el alcalde Dan Wilson, un comerciante que se crió en una granja de las afueras de la ciudad. Agregó que la llegada de esta gente se ha notado tal vez más en Columbus Junction que en ningún otro sitio. "Es más obvio en una ciudad pequeña cuando llegan 200 personas nuevas. No pasas inadvertido. Vas a llamar la atención".
La ciudad está siendo transformada en muchos sentidos por estos recién llegados, que trajeron un optimismo y energía que sorprende a los viejos residentes.
Ya abrió una tienda de comestibles chin en el centro, en una cuadra donde abundan los comercios mexicanos. Vende grandes bolsas de arroz, un alimento básico de su dieta. No hace mucho, su propietario vivía en la selva malaya tras huir de Mianmar.
La Iglesia Bautista Chin de Iowa ofrece servicios todos los domingos para más de 300 fieles en una iglesia metodista que aceptó compartir su espacio. Un community college (institución de estudios terciarios que ofrece carreras cortas) está construyendo un edificio para poder ofrecer más clases de inglés.
"En toda ciudad pequeña uno siempre se pregunta qué deparará el futuro", comentó la directora de desarrollo comunitario de la municipalidad Mallory Smith. "Contar con un gran grupo de gente con niños pequeños que venga para quedarse y abra negocios es algo positivo".
Biak Thang, de 28 años, dejó su trabajo en Tyson, donde tenía turnos de diez horas diarias, para hacer de intérprete en la escuela, algo que considera "un trabajo muy, muy importante", a pesar de que le paga menos.
Fuente: AP
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