Unos 100 partidarios de Jezbolá indignados marcharon en la zona después de la explosión, con retratos del jefe del grupo, el jeque Hasan Nasrala, coreando lemas de apoyo a su líder y su grupo.
Miembros de Jezbolá dispararon al aire para dispersar a las personas que atacaron el Ministerio del Interior con piedras después de que él inspeccionó el lugar de la explosión, por lo quedó atrapado durante 45 minutos en un edificio antes de ser escoltado por una puerta trasera.
"La sangre chií está hirviendo", gritaban los partidarios de Jezbolá.
Mientras aumentan los enfrentamientos entre chiíes y suníes en todo el país, Líbano —un país en el que coexisten varias religiones y que es peligrosamente frágil— se ha visto cada vez más afectado por las fuerzas poderosas que se están dividiendo el mundo árabe a lo largo de líneas sectarias.
Algunos grupos rebeldes sirios, predominantemente suníes, han amenazado con hacer huelga en Líbano después de que Jezbolá se unió a las tropas del presidente sirio Bashar Assad en su lucha contra los combatientes de la oposición.
"Este es un mensaje, pero no vamos a ceder", dijo Ziad Waked, un funcionario municipal que habló con la televisora Al-Manar de Jezbolá.
La explosión del martes azotó la zona de Beir el-Abed y fue probablemente causada por un coche bomba, dijeron funcionarios a condición del anonimato, de acuerdo con las regulaciones. Dijeron que la explosión se produjo en el estacionamiento cerca de Islamic Coop, un supermercado por lo general lleno de compradores y una gasolinera.
"La explosión fue tan fuerte que pensé que era un ataque aéreo israelí", dijo el testigo Mohamad al-Zein. "Mi esposa estaba durmiendo en la cama y todo el vidrio cayó sobre ella, hiriéndola en la boca, los brazos y las piernas".
El ministro de Salud Ali Hassan Khalil dijo que 53 personas resultaron heridas. Explicó que la mayoría de las lesiones fueron ligeras, provocadas principalmente por vidrios rotos.
El estacionamiento en donde estalló la bomba está a unos cientos de metros de lo que se conoce como el "cuartel de seguridad" de Jezbolá, donde viven y tienen oficinas muchos de los funcionarios del partido.
AP
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