El museo, situado en la ciudad de Jizhou, fue clausurado tras las denuncias que formuló el escritor Ma Boyong cuando, después de una visita a las instalaciones, encontró escandalosas discrepancias entre los objetos expuestos y la información sobre su datación y origen que ofrecía el centro en las fichas situadas junto a cada pieza. Cuando Boyong publicó en un foro de Internet sus sospechas, las autoridades cerraron fulminantemente el Jibaozhai. Ideogramas del siglo XX, de 4.000 años de antigüedad.
Entre las decenas de miles de objetos que superpoblaban las salas, dedicadas a cerámica, cristalería, terracota, orfebrería y joyería supuestamente de gran antiguedad, había grabados a los que el centro atribuía una antigüedad de 4.000 años, cuando los ideogramas utilizados pertenecen al idioma chino simplificado del siglo XX. También se mostraba una porcelana como procedente de la Dinastía Tang, cuando la utilización de los cinco colores de la pieza no empezó a aplicarse hasta cientos de años después, durante la Dinastía Ming.
En algunos casos, como el jarrón de la foto que abre esta noticia, las falsificaciones son de una simpleza que bordea la broma, con una figura amarillenta de una especie de, digamos, pulpo digno de almacén de todo a un euro. El número total de objetos fraudulentos es de casi 40.000 y un portavoz del museo ha reconocido, en una salida pasmosa, que resulta "altamente positivo" que al menos 80 piezas han sido admitidas como verdaderos tesoros artísticos. "No confundir a los visitantes" "Estoy seguro de que tenemos objetos originales en el museo.
En algunos casos, como el jarrón de la foto que abre esta noticia, las falsificaciones son de una simpleza que bordea la broma, con una figura amarillenta de una especie de, digamos, pulpo digno de almacén de todo a un euro. El número total de objetos fraudulentos es de casi 40.000 y un portavoz del museo ha reconocido, en una salida pasmosa, que resulta "altamente positivo" que al menos 80 piezas han sido admitidas como verdaderos tesoros artísticos. "No confundir a los visitantes" "Estoy seguro de que tenemos objetos originales en el museo.
Puede haber objetos falsos también, pero será necesaria una investigación y verificación" de las piezas "dudosas", que serán "señaladas claramente" para no "confundir a los visitantes", añadió el portavoz, Wei Yingjun, al diario inglés The The Daily Telegraph. También anunció una demanda judicial contra el escritor que denunció el escándalo, al que vinculó con desmanes durante la Revolución Cultural china.
El museo es de propiedad privada y su cabeza visible y dueño es Wang Zongquan, a quien la web de información artística Artinfo sitúa como dirigente local del Partido Comunista.
El museo es de propiedad privada y su cabeza visible y dueño es Wang Zongquan, a quien la web de información artística Artinfo sitúa como dirigente local del Partido Comunista.
El empresario se mostró seguro de su inocencia y aseguró tajante que "ni siquiera los dioses serían capaces de determinar que piezas son falsificaciones o no". Cien nuevos museos al año El Museo Jibaozhai, cuyas obras costaron unos 61 millones de euros, fue inagurado cuando el mercado del arte en China se convirtió en un negocio lucrativo y en alza y el país llegó a situarse en el primer lugar mundial en transacciones —ahora está en el segundo lugar, tras los EE UU, pero aún mantiene un elevadísimo volumen de negocio: 10.600 millones de euros en 2012—. Durante el boom iniciado en 2008 en China han abierto cien nuevos museos cada año y el estado y la iniciativa privada han invertido unos 600 millones de euros en las instalaciones.
El caso del Jibaozhai puede derivar en un escándalo político, porque los propietarios, que recibieron fondos públicos de la ciudad, invirtieron parte del dinero en operaciones de especulación con terrenos, añade Artinfo. La ganancia fue casi íntegra, porque las piezas artísticas habrían sido compradas en almacenes y mayoristas de quincallería por entre 100 y 2.000 yuanes cada una, entre 12 y 250 euros.
Fuente: 20minutos.es/
El caso del Jibaozhai puede derivar en un escándalo político, porque los propietarios, que recibieron fondos públicos de la ciudad, invirtieron parte del dinero en operaciones de especulación con terrenos, añade Artinfo. La ganancia fue casi íntegra, porque las piezas artísticas habrían sido compradas en almacenes y mayoristas de quincallería por entre 100 y 2.000 yuanes cada una, entre 12 y 250 euros.
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