Quiroga, quien fue una de las colaboradoras más cercanas de Kirchner desde que llegó al poder, en 2003, hasta su muerte, en 2010, se presentó ante el juez federal Luis Rodríguez.
La mujer reiteró que cuando trabajaba en la sede del gobierno nacional vio bolsos llenos de dinero que se pesaban, no se contaban, tanto en la Casa Rosada como en la residencia presidencial de Olivos cuando Kirchner era jefe de Estado.
"Cristina estaba en conocimiento de todo", aseguró Quiroga hace dos meses, cuando dio su primera entrevista por televisión al referirse a la presidenta Cristina Fernández, quien la despidió en enero de 2011, tres meses después del fallecimiento de Kirchner.
Aseguró que el dinero, producto de sobornos para la adjudicación de obra pública, era llevado a la casa de los Kirchner en Santa Cruz, la patagónica provincia donde Néstor gobernó durante 12 años (1991-2003).
El escándalo comenzó en abril pasado, cuando un programa argentino denunció que el empresario Lázaro Báez, amigo y socio de Kirchner, había enviado 55 millones de euros (unos 71.5 millones de dólares) desde Santa Cruz a una financiera en Buenos Aires durante el primer semestre de 2011.
La financiera, a su vez, creó decenas de empresas fantasmas con sede en Belice, gracias a las cuales pudo transferir el dinero primero a Montevideo, luego a Panamá y finalmente a un banco en Ginebra, Suiza.
Desde que Kirchner se afianzó en el poder provincial, Báez se transformó patrimonialmente y de ser un sencillo empleado bancario, se convirtió en un millonario empresario, gracias sobre todo a la adjudicación de contratos de obras públicas.
Según las denuncias presentadas, Báez amasó, con la presunta complicidad de Kirchner, millones de euros en efectivo, por lo que será investigado por el delito de asociación ilícita para lavado de dinero.
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