Palma de Mallorca, España. La hermana del rey de España, Cristina de Borbón, se sentó por primera vez en el banquillo ayer lunes, aunque con la esperanza de estar en él poco tiempo, imputada de fraude fiscal en un juicio por corrupción protagonizado por su marido.
Pero a la espera que el tribunal decida, Cristina, de 50 años, tuvo que sentarse junto a los otros 17 acusados en una sala presidida por el retrato de su hermano, Felipe VI, jefe de Estado desde la abdicación de su padre en junio del 2014.
“¡Los Borbones, a los tiburones!”, “¡España, mañana, será republicana!”, gritaban manifestantes a la puerta del tribunal.
Vestida con pantalón, chaqueta negra y fular rojo y blanco, la hermana del rey había llegado junto a su esposo, Iñaki Urdangarin, ex medallista olímpico de balonmano de 47 años. La pareja vive desde el 2013 en un exilio dorado en Ginebra junto a sus cuatro hijos.
La segunda hija de Juan Carlos I enfrenta cargos por dos delitos fiscales en relación con la presunta malversación de 6 millones de euros (6,5 millones de dólares) por Urdangarin y un ex socio de éste, Diego Torres.
Los dos hombres están acusado de prevaricación, malversación, fraude, delito fiscal, tráfico de influencias, falsedad, estafa, falsificación y blanqueo. El fiscal pide para ellos 19,5 años y 16,5 años de cárcel respectivamente.
La infanta siempre ha asegurado desconocer esos negocios y haber confiado ciegamente en su marido, del que se negó a divorciarse pese a la presión de una Casa Real determinada a limitar los daños en la ya maltrecha imagen de la Corona.
“Todo esto es un trago de gusto malo para la monarquía y yo imagino que está Felipe VI muy contrariado”, decía a la AFP José Apezarena, biógrafo del monarca.
AFP
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